lunes, noviembre 07, 2005

Noche de cine (Cap.I Susana sigue buscando...)


Una noche habíamos quedado con Carlos de ir al cine. Ambos deseábamos descansar un poco de tanto sexo, aunque la película que queríamos ver no era ajena al tema. Estábamos en el hall, esperando la hora de entrada, conversando de cosas variadas. Entonces vimos llegar a una pareja muy llamativa. Nos miramos con mi marido y nos sonreímos, cada uno ya sabíamos lo que el otro pensaba, no podíamos escapar a nuestros gustos y debilidades. La mujer era imponente: una chica morena escultural, de unos 27 años, con unas tetas impresionantes que se marcaban incitantes bajo el vestido corto. El contoneo de sus caderas hacía bailar el vuelo de la faldita mostrando unos muslos preciosos silueteados por unas medias negras, él era de edad similar, alto y trigueño, se notaba atlético. Cuando se sentaron, el cine estaba vacío, y con Carlos como sin querer, nos acercamos y nos sentamos en la misma fila, al lado de ellos. Yo me senté al lado de ella, de tal manera que ambas quedamos flanqueadas por los dos hombres. Los ojos de Carlos se iban hacia sus piernas, pero intentaba disimular. Empezó la película. Yo estaba nerviosa porque no sabía qué idea se le había ocurrido a Carlos. Al cabo de un rato, en la oscuridad vi como la falda del vestido de ella se subía muy despacio. El hombre estaba tirando suavemente de ella. La mujer, le susurraba que estuviera quieto, pero yo notaba en su voz un tono entre el reproche y la excitación. El le susurró algo al oído y ella dejó de frenarle su mano. En un momento su vestido descubría sus muslos casi por completo. Estaba buenísima. Carlos me dijo al oído que deseaba como nada en el mundo que el vestido subiera un poco más hasta descubrir sus braguitas. De repente vi como la mano del hombre le levantaba la falda de una forma descarada. Vimos entonces las braguitas de ella resplandecer bajo la oscura transparencia de sus medias.
Ella se incorporó ligeramente y metiéndose las manos bajo el vestido se bajó las medias hasta mitad de muslo y se volvió a sentar. Le miré a él que se estaba masturbando en la oscuridad. Esta vez fui yo la que sentí que mi falda se subía, al igual que la de ella. Era mi marido que imitaba el jueguito de nuestros vecinos. En la oscuridad, sentí sus manos recorrer como tantas veces mi piel.
Era imposible que nuestros ocasionales vecinos no advirtieran que los estábamos viendo y siguiéndolos en sus escarceos. Mis bragas se ajustaban con su tela brillante a mi sexo, que ya estaba humedeciéndose. Llevé la mano de Carlos hacia mi conchita. Vi como ella separó un poco las piernas. Su pareja le pasó la mano por toda la entrepierna. Se notaba su humedad aún por encima de las bragas. Su pecho se agitaba por la respiración bajo se vestido. Ella estaba excitada, y sin duda no habían ido a ver la película. Le apretó la mano contra su sexo, e imaginé como hacía que la suave tela de sus braguitas se entremetiera entre sus nalgas. De repente apartó su mano y se incorporó ligeramente, colocándose otra vez los pantys. Pensé que todo había acabado. Ella se levantó saliendo de la sala, haciéndole un gesto al hombre, que la siguió. Mi marido se levantó también diciéndome que la siguiera. Salimos y fuimos hacia los servicios. Ella estaba en la entrada, sola. Ante nuestro asombro entró en el baño de hombres.

1 comentario:

Anónimo dijo...

uff... como comienza esta histori... genial...