
Quedé exhausto, pero en un estado frenético. Quería seguir gozando, así que aprovechando la postura de Betty, la penetré de manera tradicional. Su vagina se acomodó al nuevo tamaño y me acogió con suavidad. La bombeé varias veces, sintiendo una excitación tremenda. Luego la volteé para explorar su culito. Ella aceptó gustosa, mostrándome con plenitud la turgencia de sus nalgas entreabiertas. Su agujero aparecía totalmente lubricado con tanto jugo derramado y palpitaba juguetón, demostrando que dominaba ampliamente sus músculos. Ese hoyito se abría y cerraba, invitando a la penetración.
-Dejame ver eso, me dijo Susana, acercándose a nosotros. Comenzó a meter sus dedos en el culo de la amiga, que respondía feliz a cada arremetida. No sólo su vagina era sorprendente. También su culo denotaba un buen entrenamiento. Mi mujer se deleitaba metiendo tres dedos en el ojete.
-Que culo mas rico, decía Susana, al tiempo que se tentó con su lengua, comenzando a meterla en el foradito. Betty gemía de placer.
-Mi mujer es muy puta, dijo Alonso, mira como disfruta, Todo le gusta…
-La tienes muy bien entrenada le dije, mientras observaba el jueguito. Y qué mas le gusta?
-Uf, dijo Alonso, prueba lo que quieras, hasta ahora no hemos encontrado límites¡
-En serio?, le respondí, mira que lo hago, eh?
-Claro, por ejemplo si tienes un juguetito…
-Voy a buscar algo, dije, pensando febrilmente qué objeto meterle, ya que tenía permiso total, había que aprovechar y dar rienda suelta al goce.Me levanté, mientras veía que Susana jugaba con un pezón en el trasero de Betty, acariciando y restregando sus pechos entre las nalgas de su amiga. Alonso se puso detrás de Susana y blandiendo su verga, comenzó también a darle lo suyo. Cuando volví, observé que entreabrió las nalgas de mi mujer, y le mojaba su hoyo con la punta de su herramienta. Susana se acomodó de rodillas, levantando su culo, permitiendo que Alonso trabajara con más comodidad. La muy caliente, también le gustaba por atrás.
-mira Betty, lo que te tengo…, le dije, mientras le mostraba un enorme pepino italiano de mas o menos 40 centímetros.
-Ah, que rico, me encantan las cosas largas, dijo la muy puta, al tiempo que se deshacía de Susana, dejándola en cuatro patas, a merced de la cabalgata que iniciaba Alonso.
-Lo quiero aquí, me dijo, acostándose en la alfombra, y mostrándome su sexo inflamado. Para que voy a describir lo que pasó. Baste señalar que la muy caliente se lo engulló casi por completo, lo tomó con ambas manos y comenzó a darse la paja mas caliente que recuerdo. Estaba como loca con el pepino encajado, lo metía y lo sacaba, gozando como vegetariana. Mientras yo no paraba de corrérmela también. A nuestro lado, el muy puto de Alonso, en vez de pepino, enculaba a mi mujer con su pene, como en las mejores películas porno, de arriba hacia abajo, metiéndosela como si el tamaño no importara. Mi mujer, que frecuentemente le costaba aceptar mi verga entera, esta vez se despachaba el miembro de nuestro amigo, con pasmosa facilidad, aullando de placer. No pude aguantar, y me puse delante de ella, poniendo mi verga en su boca:
-mámala, cariño, y traga todo lo que puedas… le dije. No resistí más de tres profundas chupadas y derramé mis chorros en su garganta. Ella no dejó caer ni una sola gota, sorbiendo hasta la última, mientras gemía de gozo, con la verga de Alonso en su puerta trasera. Todos caímos al final, rendidos, cansados, calientes y muy satisfechos.
A pesar de los enredos, el intercambio había funcionado, y de qué manera. Estabamos agotados pero sonrientes y los temidos celos, no existían. ¿Sería todo así en adelante?
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