martes, diciembre 20, 2005

Intercambio (Cap. VIII)


Después de aquella intensa sesión, hicimos un brindis largo, bebiendo unas refrescantes caipirinhas. Nos sentíamos en absoluta libertad, tendidos en el sofá y en la alfombra, todos desnudos.
Pero la fogosidad y el deseo de esta fantasía hecha realidad eran muy intensos, como para agotarla y pensar que todo había acabado allí.
Susana y Betty, se miraron con complicidad y se levantaron. Betty se sentó sobre mis piernas, abriendo las suyas, de manera que mi verga se asomaba entre ellas, permitiendo que sus manos la aferraran, y comenzó a darme un masaje:
- Vamos a reanimar a este niño, dijo, con una sonrisa encantadora.
Susana, a su vez hizo lo mismo con Alonso, pero refregándose su verga entre sus labios vaginales.
Sin duda, los ánimos estaban de lo mejor, pues rápidamente nuestros miembros comenzaron a reactivarse, asomando su tiesura. Las chicas estaban encantadas.
- Que rico, Alonso, mira tu verga, como reacciona en mi conchita, dijo mi esposa, mirando con lujuria la herramienta que se erguía entre sus piernas, ya luchando por entrar en el depilado sexo de Susana. Ella seguía masajeando su clítoris con la verga de Alonso, el que estaba feliz.
- Ya, Camilo, tu herramienta está lista, dijo Betty, bajándose al piso-te lo voy a comer otra vez… , y dicho eso, engulló mi verga entre sus fauces, jugando de manera extraordinaria con su boca.
Sus dientes, su lengua caliente, su paladar, en fin su boca entera estaba convertida en una máquina de succión, que me hacía estremecer. No podía creer la capacidad de esa garganta, pues, a diferencia de mi esposa, que no podía engullírmela por completo, Betty, parecía tener adaptada su garganta como traga sables. Mi pedazo entraba hasta la raíz, llegando a acariciar el fondo de su boca, y luego se estrechaba, retirándola, como si fuera una funda, lo que me hacía estremecer. Ciertamente sabía mamar como puta¡
Como pude, entreabrí mis ojos y miré hacía el lado: Mi esposa estaba tendida en la alfombra, y con sus manos sostenía sus piernas, muy abiertas, con lo cual permitía que su vagina se abriera desmesuradamente. Esta era una posición que le gustaba mucho, y era un juego frecuente en nuestras noches, y decía que su fantasía era estar así frente a muchas vergas, pidiendo que la llenaran de semen. Así disfrutaba pidiéndome que le metiera lo que me diera la gana. Consoladores, velas, pepinos de variados tamaños, plátanos, frutillas, en fin, exploramos los más diversos objetos, saciando nuestras fantasías. Resultaba sorprendente la elasticidad de su sexo, que admitía cualquier intromisión. Y ahí estaba ahora, ofreciéndole su secreto a Alonso, incitándolo a inundarla como quisiera. Ni corto ni perezoso, Alonso le metía sus dedos, dos primero, luego tres y finalmente al ver que se distendía con facilidad, aprovechando la lubricación, empezó a meter su inmensa mano, la que pronto entraba y salía por completo, haciendo gritar de gusto a la muy puta.
- A Alonso le encanta ese jueguito, me dijo Betty…, conmigo también lo hace…
- En serio?, Betty, le dije…, pero tu conchita no parece muy grande…
- No creas, Cami, te sorprenderá…. Me dijo, al tiempo que se acostó en el suelo y repitiendo la escena, abrió sus piernas, como una contorsionista.
Lo que ví parecía fabuloso, el sexo de Betty era sorprendente, parecía una caverna elástica, que me invitaba a entrar…
Mi mano entró con facilidad asombrosa, pudiendo palpar cada pliegue de su interior, y comencé a sacarla y meterla, en una paja increíble.
Las dos hembras aullaban de placer. Hasta un punto en que las dos se fueron en un orgasmo escandaloso. Alonso estaba con su arma a tope, pues mientras usaba una mano en el goce de mi esposa, con la otra se masturbaba, de manera que casi enseguida, lanzó sobre el pecho de Susana, varios chorros de su leche.
Por mi parte, estaba en el mismo plan, así que también expulsé mi jugo sobre el cuerpo de Betty, la que empezó a restregarse el líquido en sus pezones y vientre, totalmente caliente.

No hay comentarios: