martes, enero 10, 2006

Juegos de oficina (cap. VI)



Me acercó al escritorio donde permaneciendo de pie me incliné, apoyándome con los antebrazos y él se sentó en el sillón de tal manera que mi trasero quedó a la altura de su rostro. Mientras con las manos acariciaba mis piernas, vientre, vellos y todo lo que de mi ardiente cuerpo estuviera a su alcance, su boca no cesaba de besar y lamer mis nalgas, en un arrebato de locura: por momentos metía su cara en la separación de mis redondeados glúteos para buscar con sus labios y lengua mi apretado culito que se estremecía al sentir su traviesa lengua tratando de meterse en mi secreto, que se fruncía de placer. Jugando así, fácilmente se pudo dar cuenta de donde estaba la llave que libera mi lujuria. Y esa llave es que me besen mi puerta trasera. Casi todos los novios que tuve en mi soltería y vaya que fueron muchos, me besaron así y a todos ellos sin excepción les regalé mi agradecimiento con sendas mamadas de verga. Hacia casi dos años que no sentía una lengua distinta a la de mi esposo en mi recoveco íntimo, y me parecía espectacular el reestreno.
Mi calentura llegó al éxtasis muy pronto, y en un mar de quejidos y jadeos míos su traviesa lengua me hizo llegar al primer orgasmo. El licenciado pasaba su lengua por mi hendidura sexual lamiendo los jugos vaginales que de ella emanaban, pero a la vez seguía besando y chupando mis nalgas tenazmente y también con una de sus manos acariciaba mi sexo, deslizando con suavidad experta sus dedos muy lubricados entre cada pliegue de mi piel erógena, poniéndome nuevamente a punto del segundo orgasmo. Sin dejar de disfrutar mis nalgas y aplicándome exquisitos masajes en mi clítoris empapado, me repetía incansablemente toda clase de adjetivos ensalzando, según decía, lo magnifico de mi trasero. Sin querer ser vanidosa he de decir que lo mejor que tengo son precisamente mis nalgas, que ya de por sí las tengo buenas de nacimiento, las he acrecentado y endurecido a base de ejercicios diarios, la gran mayoría de los piropos que recibo en la calle son referentes a es atributo, lo que me llena de satisfacción aunque finjo no escucharlos, pero igual procuro vestir con ropas que hagan sobresalir esas redondeces y que se me note la forma y tamaño de mi ropa intima para hacerlas mas notorias aún.
Estaba tan excitada que ya quería verle la verga y un segundo antes de que se lo pidiera, mi jefe se bajó el cierre del pantalón y liberó su tremendo pene y sus imponentes testículos, no llevaba calzoncillos lo que facilitaba poner al descubierto sus genitales en su totalidad, volteé a mirar su verga, y me quedé estupefacta ante la belleza de su vergota, era imposible dejar de hacer comparaciones con mi esposo. La de mi cónyuge la he medido innumerables veces y alcanza exactamente 15.5 centímetros, pero la vergota de mi jefe a simple vista era más grande y gruesa, dejaba descubierta una deliciosa cabeza enorme, rojiza, brillante y redondeada que remataba el suculento tronco surcado por gruesas venas que lo hacían más apetitoso, el tronco se hacia un poco mas grueso a medida que se acercaba al nacimiento de tan espectacular pene y bajo él unos huevos increíblemente grandes dignos de un toro de Miura, perfectamente redondos, sin un solo vello en ellos, tal vez se los depilaba o simplemente era lampiño de esa zona. Para mis adentros, pensé (cómo puede caminar con esa impresionante bolsa de escroto entre sus piernas), en conjunto era una vergota excelsa de esas que toda mujer desea en sus más calientes delirios eróticos. Era tal cual la había imaginado en mis fantasías. Ante tan maravilloso cetro viril no pude contenerme y me empiné para tocarlo directamente, mi mano no alcanzaba a rodearlo, ni siquiera llegaba a tocar mi dedo pulgar con mi dedo medio debido al grosor de tan encantadora tranca, empecé a frotarlo de arriba abajo a manera de "chaqueta", pero poco a poco me fui acercando ante tan suculento órgano varonil, de tal manera que cuando me di cuenta lo tenia rozando mi rostro. Empecé a frotarlo contra mis mejillas, un poco indecisa de besarlo, pero mi jefe me solucionó la duda cuando pronunció las palabras que yo esperaba: "bésamelo" me dijo. Era la señal que mi boca esperaba, empecé con besitos tímidos en su tremendo tronco, fui subiendo poquito a poco hasta llegar a su impresionante cabeza en la que planté un sonoro beso en la punta de tan sabroso instrumento de placer.
Volví a bajar lentamente pero ahora lamiendo tan suculenta vergota hasta llegar a los espectaculares huevos que lamí incansablemente, intente chuparlos pero era imposible, su gran tamaño no cabía en mi boca totalmente abierta, así que seguí lamiendo cada milímetro de esas estupendas bolsas. Mientras gozaba oralmente de su magnifica macana, mi jefe acariciaba mis nalgas y mi vagina, de la que manaba mi néctar intimo, y el mismo jugo le servia al muy ladino, como lubricante para introducir uno de sus dedos en mi apretado culito, haciéndome estremecer y desear venirme una vez mas. En eso estábamos cuando sonó su teléfono. Me dijo que tenía que ir a una reunión urgente y que se le había olvidado, por lo que suspendimos el delicioso juego que tanto placer nos estaba dando, sin antes darle un pequeño mordisco en señal de disgusto. Me dijo que pronto volvería para continuar y me pidió que no me pusiera la ropa interior hasta que él regresara y así se lo prometí, solo me bajé el vestido y salí a mi lugar de trabajo temblando de caliente y deseando sentarme en esa apetitosa verga de campeonato, para acabar tan placentera sesión. (Si,si, continuará...)

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1 comentario:

Anónimo dijo...

MMMMMMMM,que recuerdos me trae,,será que pude haber pasado por eso y no fué un sueño?,,,
Acaso no sabe el abogado que no se sale de una sesión así sin mas ni mas,,,
Alguien debe enseñarle a no contestar el telefono en plena reunión ejem,,,oral jajaja