lunes, diciembre 04, 2006

Viaje de negocios


Debido a los nuevos negocios de un amigo, me pidió lo acompañara a una reunión fuera de Santiago. La verdad es que no me opuse, pues generalmente requería de mis consejos y olfato comercial, normalmente eso se traducía en buenas ganacias para ambos. Esta vez no estaba muy entusiasmado, pero en vista de que ya me había comprometido, emprendimos el viaje. Nos quedamos en un conocido hotel, seleccionado por mi en atención a su excelente restaurante, y con dependencias apropiadas para una reunión con los futuros socios de mi amigo. A las 20:30 llegaron los invitados, los que venían acompañados por sus respectivas esposas. A mi amigo, no le pareció muy bien la idea ya que limitaba la posibilidad de conversar sobre el futuro negocio. Pero para ser para ser honesto, yo estaba fascinado, ya que una de las mujeres era encantadoramente deliciosa, su nombre era Georgette.

Luego de conversar cosas sin importancia, y ya al cenar, no perdía oportunidad de ver a esta hermosa mujer, cabellera rubia, lindas caderas, cola, piernas, unos pechos que sin ser gigantes estaban muy bien y acorde con su cuerpo, en fin, remataba todo con una mirada de unos impresionantes ojos azules que me erotizaba. Georgette notaba como la observaba y para mi fortuna, no parecía desagradarle. Lo que me llamó mucho la atención es que el esposo parecía no prestarle atención, era como si no existiera, imbécil pensé, ¡esta mujer entrega placer con solo verla!

Luego de la cena, no perdí la oportunidad de mirar con detalle y cierto descaro cada uno de sus atributos, eso si cuidando que no me viera su marido. Le coqueteaba discretamente y le decía muchos piropos agradables. Minuto a minuto, descubría que no le era indiferente. Una vez más, constataba que una mujer hermosa nunca se cansa de que le recuerden su belleza y la halaguen.

Con posterioridad a la cena mi amigo y sus dos socios se levantaron para buscar unas escrituras a la habitación, de tal manera, que debí asumir el rol de anfitrión que no me desagradaba. Me ofrecí a hacer grata la pausa a las dos hembras, una era la rubia Georgette , y la otra, una mujer mayor, también interesante, pero que parecía estar mas entretenida en degustar los vinos que en la conversación.

Era increíble la afinidad que teníamos con Georgette, se mostraba muy agradada con mis halagos y salidas cada vez más audaces, se reía con soltura, y me demostraba que poseía una aguda inteligencia y rapidez en captar cada una de mis observaciones de doble sentido. A la vez denotaba que no era una mujer que fuera feliz con su esposo, algunos comentarios así me lo indicaban, lo cual acrecentó mis asedios. En vista de la afinidad antes descrita, quedamos en que le daría mi número de teléfono, para conversar de vez en cuando.
Regresaron los ya socios y quedaron de acuerdo de visitar las obras al otro día y pasar a buscarlos a sus casas a las 08:30 de la mañana. Cerca de la una de la mañana nos despedimos y me preparé para entregarle una de mis tarjetas en forma disimulada, al acercarme, sabía que era la oportunidad de cerrar la complicidad establecida previamente, y pues, nada perdía con intentarlo, por lo que agregué un toque de osadía, además de mi numero escribí, “Mañana 9:30 lencería negra”. Sólo esperaba que ella leyera la tarjeta y que por su naturaleza despierta, no en presencia de su esposo. No dudé que sería así. Las cartas estaban en juego, solo había que esperar.

Al otro día fuimos a buscar a estas personas, que nos estaban esperando en casa del marido de la que era ya mi obsesión. Georgette se despidió de su esposo y al saludarme en ese encuentro previsto como fugaz, lo hizo de una manera mas que cordial y afectuosa, lo que me animó a continuar con el juego. Procuré que ella se diera cuenta que presentaba una excusa para no seguir acompañando a la comitiva de mi amigos, dije sentirme mal, por lo que iba a regresar al hotel y que ellos fueran sin mi.

Luego de un rato en el hotel pedí un taxi y me hice presente en la casa de Georgette, casi soñando con el sedal lanzado. Cuando ella salió se sorprendió y pensé, no ha resultado, pero como ya estaba en su casa, de alguna manera me hice invitar a tomar desayuno con ella. Curiosamente no me preguntó nada sobre mi malestar. Estaba hermosa, con una falda u una blusa que marcaba su delicioso y bronceado cuerpo. Comenzamos a desayunar y yo la verdad, no pocas veces me quemé la lengua por estar concentrado en mil ideas febriles, más que en el desayuno.

El tiempo pasó volando, charlando con ella de diferentes cosas, la familia, los hijos, su marido y poco a poco el tema se fue haciendo más íntimo. Ella comprendía mis puntos de vista y yo parecía casi adivinar lo difícil de su situación como mujer. Con el paso de los minutos la conversación fue derivando en temas mas calientes, las relaciones sexuales, la frecuencia de las mismas, la calidad, etc... y yo acercándome.

Yo ya estaba muy caliente, de manera que a penas observé una leve insinuación en ella, tal vez su pestañeo sensual, el tenue humedecer de sus labios al mirarme, o el roce de su mano al acercarme un pastelillo, o el conjunto de todo ello, el punto es que me dejé llevar. Me acerqué a su rostro, con el ademán coqueto de darle un beso, a lo que ella respondió con un suave inclinar de su cabeza, nuestros labios se tocaron con timidez, para luego buscar entreabrirse mutuamente, en una lucha de lenguas calientes, que a mi por lo menos provocó una erección casi instantánea. El calor del café era nada comparado con el estrecho cierre de su boca sobre mis labios, su aroma era embriagador. Comencé a acariciar sus brazos, sus piernas, sus pechos... cada vez más audaz. Nos fundimos en un abrazo, palpitantes de adrenalina que recorría nuestros cuerpos en ríadas veloces y enardecedoras. De las sillas, no sé como llegamos al suelo, sobre la mullida alfombra. Ahí recorrí cada centímetro de su piel, mis dedos, mis brazos, mis besos, la recorrían entera, como un explorador curioso que quiere hartarse en poco tiempo del hallazgo tan anhelado. Al principio fui lentamente, disfrutando y haciendo disfrutar, y poco a poco, mas profundamente. Ella empezó a pedir que siguiera y no me detuviera. Cuando comencé a deslizar su ropa, comenzó a aparecer una excitante lencería negra. En ese momento ella me dijo “pensaste que no cumpliría?”, y como única respuesta, literalmente la comí a besos. Instintivamente buscó con su mano, mi cierre del pantalón para liberar mi duro cautivo, el cual empezó a manejar diestramente.
Qué rica sensación, qué calor, ¡¡¡qué gusto!!!, estábamos al borde del éxtasis, con mis manos iba desabrochando su blusa, sin dejar de acariciar su piel por doquier, que se estremecía de placer al sentir mis manos. Su blusa cayó al piso y mis ojos se desorbitaron al ver el espectáculo de sus deliciosos pechos. Cual adorador, me puse de rodillas al piso para con la lengua acariciar su vientre y jalar con mis dientes la falda que ya estaba casi del todo abierta, el placer hacía que nuestros corazones latieran cada vez con más fuerza y me pedía entre jadeos que hiciera con ella lo que quisiera. Le había sacado casi toda su ropa, sólo quedaba una tanguita negra que dejaba ver su creciente humedad. La ansiedad hacía que mis manos no dejaran de acariciar y estrujar esos pechos, sus pezones lucían tan erguidos que resultaba cada vez más excitante besarlos y mordisquearlos como si se tratara de un suculento bocado. Ella tampoco era pasiva, y por eso, quedamos ahí tendidos y entrelazados, ambos desnudos y ardiendo. Mis dedos dejaron un momento sus pechos para bajar a su vientre y luego uno a uno se dedicaron con extrema delicadeza, a realizar un recorrido de aproximación a su caliente sexo. Primero con movimientos circulares, provocando estremecimientos en la perfecta zona del vientre. Su cabeza se dejó caer hacia atrás, entregándose al placer, sus labios dejaban escapar gemidos ininteligibles. Así, abandonada a mis manos, abrí ya sus piernas, y mis dedos se dirigieron raudos hacia su objetivo. Acaricié su sexo, y aprovechando la delicada lubricación, mi índice surcó entre los pliegues de su vulva, de abajo a arriba, buscando su botoncito. Allí asomó el exquisito y turgente clítoris, tímido pero desafiante, reclamando sin duda su dosis de caricias, para devolver placer a su dueña. Nos entregamos al placer mutuo, y nos dedicamos a masturbarnos como si fuéramos amantes de siempre. Muy pronto sentí cómo toda mi leche caliente invadía su vientre, ella también se estremeció y empezó a dar unos hermosos espasmos de placer, nuestros cuerpos se estremecían por el éxtasis y el orgasmo que estábamos sintiendo, luego nos dejamos caer, y con todo el cariño que puede sentir un amante por su pareja nos abrazamos y acariciamos, indicando que todavía no había sido suficiente y estuvimos así repitiendo esa misma hazaña de pasión y amor, por unas horas más, la verdad no había apuro.

9 comentarios:

carlitos dijo...

Gracias por su visita y por su comentario.

11 besos

Travieso dijo...

quien pudiera realizar estas fantasias

Anónimo dijo...

feliz año 2007
besitos

Caballero Audaz dijo...

Gracias carlitos, travieso y a ti mamots,,,, que bueno escucharte otra vez

Anónimo dijo...

Esos viajes de negocios... exquisito el relato, como siempre y excitante... muy excitante.

Besos.

Anónimo dijo...

WOW PLAYBOY desnuda a Danielle Lloyd, elegida Miss Gran Bretana...

Anónimo dijo...

belas fotos...:)
lanco convite a visitar mi blog...
http://adultxposure.com/inviters
besos
Ines

Buscador dijo...

No dejes de escribir, es la primera vez que te visito y continuaré leyendo el resto de tu blog.

Pasion_intima dijo...

Bellisimo