miércoles, septiembre 14, 2005

El jardin de las delicias (cap. X)


Sofía se incorporó despacio, sin separar su cuerpo del suyo, haciéndole sentir sus pechos... y brindándole las más dulces sensaciones que su boca había dado jamás a hombre alguno. Aunque Camilo mostraba una suavidad en el trato, ya no parecía tan comedido, y, sin duda, ahora quien no podría resistir una detención sería él, que, deseoso, despojó a Sofía de lo último que la cubría, recreándose en sus curvas... Y la tendió en la alfombra, levantándole los brazos por encima de su cabeza, besándole la boca mientras ella movía sus caderas, pegadas a él, retozando como un animal en celo...
Camilo besó su cuerpo, desde la frente, pasando por sus ojos, y sus labios, bajando a su cuello y notando como a Sofía se le erizaba la piel...Había encontrado, sin duda, el rincón más erótico y sensible de aquella mujer... Pero se detuvo apenas un instante allí y siguió su camino, disfrutando de la turgencia de sus pechos duros, excitados, dulces…calientes... y de la magia de su vientre, que latía a cada caricia que él le brindaba.
“Sí, baja, baja...”... Sofía lo deseaba. Y él lo deseaba aún más... Abrió sus piernas un poco más, y se acomodó entre ellas. Descubrió un sexo húmedo, parcialmente depilado, suave, que le decía sin palabras que esperaba sus labios en él... y dentro de él... Y Camilo aceptó esa invitación. Aquella dulzura, aquel sabor... era lo más erótico que había probado. No podía dejar de mirarlo, y al mismo tiempo deseaba lamerlo. Y lo hizo, pasando su lengua primero por las ingles, notando cómo los muslos de Sofía temblaban, para posteriormente deslizar su mano desde su ombligo hasta el interior de aquel vértice, que le pedía más placer... E introdujo su lengua lentamente... lo que provocó en ella un gemido tan profundo que Camilo no pudo sino seguir, aún más excitado, aún con más fuerza, jugando con los labios y el clítoris... Quería que ella gimiera así siempre. Quería verla romperse de placer, verla desfallecer, y que le pidiera más, que le pidiera que no parara nunca... De hecho, ella lo hacía, sin palabras, pero lo hacía, guiando la cabeza de él con una mano... retorciendo sus caderas para sentirle más dentro... Sintió cómo el cuerpo de Sofía temblaba, como su sexo empezaba a contraerse, y sabía que esas contracciones desembocarían en un orgasmo tan potente que él quería sentirlo en su boca, quería sentir cómo Sofía se derramaba en sus labios, y recordar ese sabor siempre...

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