
¿Realmente ocurrió o tan solo lo soñó?
Releía las cartas para convencerse a si misma de que no estaba loca. Una a una, una tras otra, las frases que hace unas semanas la hiciesen sentir más mujer que nunca, eran auténticas. Estaban ahí, no eran un espejismo, el mail es real. Parecía despertarse como de un letargo y su conciencia se abría camino a través del mundo exterior. Como si de una goleta se tratara, desplegaba las velas de sus sueños y comenzaba a surcar sobre las olas de la incertidumbre y de lo desconocido. Empezaba a olvidarse de la eternidad: dura tan poco y, a pesar de ello, es tan cara.
Desde que sucedió, su vida prosiguió entre algunos recuerdos vagos de fantasías lejanas. La familia siguió exigiendo sus desayunos, en la tardes cumplir sus mismas obligaciones, seguía el mismo diario derrotero y cada nuevo amanecer no le daba mas alegrías que las mismas de siempre. Aún así, se abandonó a esa dulce felicidad de la rutina y el conformismo - falsa ilusión. Cada vez que se queda a solas, el silencio da paso a un tormento de susurros incomprensibles y aglomerados de los cuales podía distinguir una única palabra, a duras penas se apreciaba entre el estruendo de sus pensamientos, repitiendo su nombre sin cesar. Sintiendo el cálido abrazo de su bata se acurruca en el sillón y, mirando al vacío, deja que las corrientes de la imaginación la lleven de un mar a otro, en busca de alguna isla paradisíaca y solitaria, lejos de todo ruido. Un lugar apartado, donde los deseos y las necesidades se unen en una misma satisfacción. Un lugar donde poder sentir la libertad y paladear el sabor de la carencia, a veces rancia pero siempre auténtica. Donde los instintos básicos pugnan por ocupar su lugar y desterrar las vanas comodidades para dar paso a un mundo puro.
Releía las cartas para convencerse a si misma de que no estaba loca. Una a una, una tras otra, las frases que hace unas semanas la hiciesen sentir más mujer que nunca, eran auténticas. Estaban ahí, no eran un espejismo, el mail es real. Parecía despertarse como de un letargo y su conciencia se abría camino a través del mundo exterior. Como si de una goleta se tratara, desplegaba las velas de sus sueños y comenzaba a surcar sobre las olas de la incertidumbre y de lo desconocido. Empezaba a olvidarse de la eternidad: dura tan poco y, a pesar de ello, es tan cara.
Desde que sucedió, su vida prosiguió entre algunos recuerdos vagos de fantasías lejanas. La familia siguió exigiendo sus desayunos, en la tardes cumplir sus mismas obligaciones, seguía el mismo diario derrotero y cada nuevo amanecer no le daba mas alegrías que las mismas de siempre. Aún así, se abandonó a esa dulce felicidad de la rutina y el conformismo - falsa ilusión. Cada vez que se queda a solas, el silencio da paso a un tormento de susurros incomprensibles y aglomerados de los cuales podía distinguir una única palabra, a duras penas se apreciaba entre el estruendo de sus pensamientos, repitiendo su nombre sin cesar. Sintiendo el cálido abrazo de su bata se acurruca en el sillón y, mirando al vacío, deja que las corrientes de la imaginación la lleven de un mar a otro, en busca de alguna isla paradisíaca y solitaria, lejos de todo ruido. Un lugar apartado, donde los deseos y las necesidades se unen en una misma satisfacción. Un lugar donde poder sentir la libertad y paladear el sabor de la carencia, a veces rancia pero siempre auténtica. Donde los instintos básicos pugnan por ocupar su lugar y desterrar las vanas comodidades para dar paso a un mundo puro.
1 comentario:
cada vez escribes mejor!
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