
El caso es que noté que me iba a llegar un orgasmo y por primera vez, sentí que controlaba la situación, lo manejé yo, miré a mi marido y así sentada sobre el sofá y observando su expresión de asombro al mismo tiempo, introduje una y otra vez mis dedos dentro, repetidamente hasta el fondo de mi coño y lo conseguí. Tal como en los orgasmos con Carlos, mi vagina comenzó a latir, con verdaderas contracciones y espasmos, evacuando abundantes jugos calientes.
Quedé un buen rato así, estilando hilillos de liquido de mis labios inferiores, esperando que él me dijera algo, pero ante mi asombro, mi marido se había excitado tanto viéndome, que él mismo ahora se empezaba a tocar también. Eso me gustó de tal forma y me hizo ganar tanta confianza al mismo tiempo, que volví a excitarme de nuevo rápidamente. Aún no había leído prácticamente la tercera parte del relato, así que decidí seguir leyendo mientras él me contemplaba. Reconozco que había entrado en aquella habitación un clímax extraño de morbo cómplice. Él allí tocándose sin acercarse a mi y yo sobre el sofá excitadísima y haciendo lo mismo. Cada uno haciendo algo que jamás pensé que podría ocurrirnos.
Volví a coger el relato y proseguí la lectura, era super excitante todo, mi mano volvió a posarse sobre mi sexo empapado, mientras seguía leyendo, mis pezones estaban duros como no los había notado en mi vida, se notaban a la vista resaltando en mi camisón. Tenía ganas de que él pusiera su lengua sobre ellos, que me los manoseara y besara, pero él seguía allí, tocándose y disfrutando de aquel momento de visión que tenía delante, me sentía como una zorra en esos momentos delante de él, de verdad, me repetía mentalmente que nunca creí que pudiera llegar a hacer aquello. Pero todo lo que leía en el relato, me hacía sentir que era yo misma identificada en esos momentos.
Mis manos seguían recorriendo mi sexo una y otra vez, y mientras leía otra parte del relato, hice algo que nunca, (bueno ese día creo que hice de todo y fue nuestro despertar, como pareja), creí que llegaría hacer, me excitó tanto la situación que yo misma me introduje en el relato y mi mano fue bajando hacia mi culo, era increíble: despacio con un dedo fui abriendo mis nalgas, y humedeciendo el canal hasta untar mi pequeño agujerito, mientras con la palma de la misma mano rozaba el coño. Hacia movimientos de arriba hacia abajo, mis nalgas se abrían y volvían a cerrar como tratándome de penetrar yo misma, apretaba mis muslos sobre la misma mano y con un dedo tocaba mi agujero, hasta ese momento inexplorado, muy despacio jugando con él. No daba crédito a lo que estaba haciendo, pero puedo asegurar que estaba excitadísima, nunca había tocado esa parte y ahora estaba allí sola, con mi marido enfrente masturbándose como loco viéndome en esa situación, que aún no se como aguantaba para no venir junto a mi. No sabía si llegaría a meterme el dedo dentro de mi, era sensacional todo aquello, con la palma de la mano llegaba a tocarme el clítoris y con los dedos llegaba entre mis nalgas y al mismo tiempo con el relato en la otra mano, era increíble.
Me sentía poseída, mi lengua paseaba por mis labios una y otra vez al mismo tiempo que me los mordisqueaba. Entonces volvió a suceder, tuve que tirar el relato un momento porque noté que me llegaba otro orgasmo, el segundo. Era la primera vez que iba a tener más de uno, no quise desaprovecharlo, grité con fuerza repetidamente, casi rompía mi calzón, que ni me la había quitado de tan caliente que estaba y con tanto movimiento entre ella y la mano dentro, estaba a punto de rasgarse.
Fue sensacional, quedé tirada de nuevo por un momento sobre el sofá jadeando y mirando a mi marido que seguía como loco con su virilidad en la mano, masturbándose frenéticamente, para mí.
Quedé un buen rato así, estilando hilillos de liquido de mis labios inferiores, esperando que él me dijera algo, pero ante mi asombro, mi marido se había excitado tanto viéndome, que él mismo ahora se empezaba a tocar también. Eso me gustó de tal forma y me hizo ganar tanta confianza al mismo tiempo, que volví a excitarme de nuevo rápidamente. Aún no había leído prácticamente la tercera parte del relato, así que decidí seguir leyendo mientras él me contemplaba. Reconozco que había entrado en aquella habitación un clímax extraño de morbo cómplice. Él allí tocándose sin acercarse a mi y yo sobre el sofá excitadísima y haciendo lo mismo. Cada uno haciendo algo que jamás pensé que podría ocurrirnos.
Volví a coger el relato y proseguí la lectura, era super excitante todo, mi mano volvió a posarse sobre mi sexo empapado, mientras seguía leyendo, mis pezones estaban duros como no los había notado en mi vida, se notaban a la vista resaltando en mi camisón. Tenía ganas de que él pusiera su lengua sobre ellos, que me los manoseara y besara, pero él seguía allí, tocándose y disfrutando de aquel momento de visión que tenía delante, me sentía como una zorra en esos momentos delante de él, de verdad, me repetía mentalmente que nunca creí que pudiera llegar a hacer aquello. Pero todo lo que leía en el relato, me hacía sentir que era yo misma identificada en esos momentos.
Mis manos seguían recorriendo mi sexo una y otra vez, y mientras leía otra parte del relato, hice algo que nunca, (bueno ese día creo que hice de todo y fue nuestro despertar, como pareja), creí que llegaría hacer, me excitó tanto la situación que yo misma me introduje en el relato y mi mano fue bajando hacia mi culo, era increíble: despacio con un dedo fui abriendo mis nalgas, y humedeciendo el canal hasta untar mi pequeño agujerito, mientras con la palma de la misma mano rozaba el coño. Hacia movimientos de arriba hacia abajo, mis nalgas se abrían y volvían a cerrar como tratándome de penetrar yo misma, apretaba mis muslos sobre la misma mano y con un dedo tocaba mi agujero, hasta ese momento inexplorado, muy despacio jugando con él. No daba crédito a lo que estaba haciendo, pero puedo asegurar que estaba excitadísima, nunca había tocado esa parte y ahora estaba allí sola, con mi marido enfrente masturbándose como loco viéndome en esa situación, que aún no se como aguantaba para no venir junto a mi. No sabía si llegaría a meterme el dedo dentro de mi, era sensacional todo aquello, con la palma de la mano llegaba a tocarme el clítoris y con los dedos llegaba entre mis nalgas y al mismo tiempo con el relato en la otra mano, era increíble.
Me sentía poseída, mi lengua paseaba por mis labios una y otra vez al mismo tiempo que me los mordisqueaba. Entonces volvió a suceder, tuve que tirar el relato un momento porque noté que me llegaba otro orgasmo, el segundo. Era la primera vez que iba a tener más de uno, no quise desaprovecharlo, grité con fuerza repetidamente, casi rompía mi calzón, que ni me la había quitado de tan caliente que estaba y con tanto movimiento entre ella y la mano dentro, estaba a punto de rasgarse.
Fue sensacional, quedé tirada de nuevo por un momento sobre el sofá jadeando y mirando a mi marido que seguía como loco con su virilidad en la mano, masturbándose frenéticamente, para mí.
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