
Hasta aquel día en que este relato cayó en mis manos, nunca creí que me pudiera excitar tanto con la lectura erótica, ni tan siquiera yo misma me había planteado leer algún libro sobre el tema y por supuesto siempre consideré que mi vida sexual la tenía resuelta con las típicas noches de sábados y alguna que otra noche esporádica y sin la ayuda de la lectura.
Pero rebuscando entre unos papeles de mi marido una mañana, encontré el relato en cuestión, al principio no le di mucha importancia y lo llevé para el salón para leerlo más tarde, pero tengo que reconocer que pasé parte del día pensando como sería un relato erótico e imaginando cosas. Llegada ya la noche y estando los dos le pregunté por aquel libro, me contestó que era un simple relato erótico y que se lo habían dejado, creo que se ruborizó un poco, con lo que mi curiosidad aumentó por leerlo.
Recuerdo que ese día hacía mucho calor, así que la casualidad hizo que yo sólo estuviera con un camisón de satín y un pequeño calzón tipo bikini nada más. Me tumbé en el sofá cómodamente y empecé la lectura, sin tener idea de lo que iba a acontecer más adelante. Carlos estaba sentado al fondo del salón, enfrente de mí, corrigiendo algo sobre una mesa, casi sin prestarme en aquellos momentos mucha atención.
Al principio me pareció algo aburrido, tengo que reconocerlo, pero a medida que me fui introduciendo en la lectura, no sé, algo extraño fue sucediendo en mí, era como si me asomase a una ventana hasta ahora nueva, que no sospechaba las atrevidas imagenes que atiborraban mi mente. Instintivamente mientras leía puse la mano sobre mi sexo, y comencé a acariciarme poco a poco casi sin darme cuenta, muy lentamente, con movimientos en círculos y notando una excitación extraña en mi cuerpo. Nunca había hecho lo de tocarme, incluso hasta ese día me parecía que no tendría mucho sentido teniendo marido, el caso es que yo seguía con el relato sobre mi mano y con la otra rozando mis dedos sobre mi calzón, cada vez mas insistentemente. Estaba tan absorta y caliente, que ya incluso me había olvidado que mi marido estaba allí.
El relato era ahora de lo más excitante, según iba pasando las hojas más caliente me estaba poniendo, observé a Carlos de nuevo, él seguía con su trabajo sentado enfrente, como si yo no existiera. Por instinto doblé las piernas para que no me viera, era como si me avergonzara de lo que estaba haciendo, pero yo seguía con tal turbación que mis dedos ahora casi perforaban mi bikini, que lucía completamente empapado en esa zona tan especial.
Pero rebuscando entre unos papeles de mi marido una mañana, encontré el relato en cuestión, al principio no le di mucha importancia y lo llevé para el salón para leerlo más tarde, pero tengo que reconocer que pasé parte del día pensando como sería un relato erótico e imaginando cosas. Llegada ya la noche y estando los dos le pregunté por aquel libro, me contestó que era un simple relato erótico y que se lo habían dejado, creo que se ruborizó un poco, con lo que mi curiosidad aumentó por leerlo.
Recuerdo que ese día hacía mucho calor, así que la casualidad hizo que yo sólo estuviera con un camisón de satín y un pequeño calzón tipo bikini nada más. Me tumbé en el sofá cómodamente y empecé la lectura, sin tener idea de lo que iba a acontecer más adelante. Carlos estaba sentado al fondo del salón, enfrente de mí, corrigiendo algo sobre una mesa, casi sin prestarme en aquellos momentos mucha atención.
Al principio me pareció algo aburrido, tengo que reconocerlo, pero a medida que me fui introduciendo en la lectura, no sé, algo extraño fue sucediendo en mí, era como si me asomase a una ventana hasta ahora nueva, que no sospechaba las atrevidas imagenes que atiborraban mi mente. Instintivamente mientras leía puse la mano sobre mi sexo, y comencé a acariciarme poco a poco casi sin darme cuenta, muy lentamente, con movimientos en círculos y notando una excitación extraña en mi cuerpo. Nunca había hecho lo de tocarme, incluso hasta ese día me parecía que no tendría mucho sentido teniendo marido, el caso es que yo seguía con el relato sobre mi mano y con la otra rozando mis dedos sobre mi calzón, cada vez mas insistentemente. Estaba tan absorta y caliente, que ya incluso me había olvidado que mi marido estaba allí.
El relato era ahora de lo más excitante, según iba pasando las hojas más caliente me estaba poniendo, observé a Carlos de nuevo, él seguía con su trabajo sentado enfrente, como si yo no existiera. Por instinto doblé las piernas para que no me viera, era como si me avergonzara de lo que estaba haciendo, pero yo seguía con tal turbación que mis dedos ahora casi perforaban mi bikini, que lucía completamente empapado en esa zona tan especial.
1 comentario:
Hola, yo creo que a la mayoria de las mujeres nos pasa algo similar cuando tenemos frente a nuestro ojos una lectura asi. Ami me ocurre y me siento como la protagonista. ¿es malo eso?....
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