viernes, noviembre 25, 2005

Mi tía de película (Cap.I El despertar)



Cuando escuché que esa noche llegaban mis tíos, me emocioné. Vería a mi tía. Ella era una mujer absolutamente madura, de 48 años, muy bien conservados, y se notaba que lo pasaba muy bien con mi tío, el hermano de mi mamá. Es más, siempre en las conversaciones que escuchaba de mis padres, ellos comentaban que bien se veía mi tía, y que se notaba que su marido la mantenía bien. Mis padres se reían, dando a entender en su doble sentido, que el plano sexual era saludable. Pues bien, siempre que tenía ocasión de verla, a partir de mis 16 años, trataba de descubrir algo más, en su escote, en su falda, o imaginar sus calzones bajo sus jeans, en fin. Era de piel muy blanca, una cabellera trigueña, y de facciones muy atractivas. No era delgada, más bien rellenita, al estilo de esas mujeres maduras que abundan en los cuadros antiguos. Tenía una sonrisa muy agradable, y me trataba con mucho cariño. Cada vez que me veía me decía verdaderos piropos, como que grande estás sobrino, que alto, como has crecido, etc. Y yo pensaba, si tía, y vieras como me ha crecido también, como me gustaría mostrártela, tiita.
Y ahora la tendría de nuevo en mi casa. Llegaron cerca de la medianoche. Mis viejos les sirvieron unos tragos y algo para picar, yo estaba ya con pijama, así que cuando llegó ella, me saludó como siempre con un abrazo cariñoso. Pero esta vez, en un arranque de audacia, me atreví a estrecharla un poco más de lo usual. Mi verga también estaba un poco más consistente de lo habitual, así que procuré que la sintiera. Su cuerpo me estrechó y noté que mi herramienta se ubicó muy precisamente en medio de sus muslos, en el vértice que era mi sueño. Fue solo un par de segundos, pero mi verga se congratuló de estar allí. Ella sin duda lo sintió, pero no dijo nada, se separó y mirándome me dijo: está cada vez más grande mi niño… Sus palabras me estremecieron. Sus hermosos ojos me taladraron y sentí que me enamoraba.
La charla se desarrolló en base a cosas triviales, mientras yo me mantenía en un discreto lugar secundario, mirándola y soñando con cada línea de su cuerpo. Envidiaba a mi tío, que en un poco rato más se iría a dormir con ella. Y además en mi cama, que les debía ceder por esa noche. Sin duda, esa situación la disfrutaría más tarde, cuando ellos se fueran, y yo volviera a mi cama, imaginaría su cuerpo en mi lecho….ah, que paja me correría. Estaba hermosa, y la encontraba más sensual que nunca, de vez en cuando sus bellos ojos me miraban, y me derretía. Llegó la hora de acostarse. Mis tíos fueron a mi cuarto, y yo a dormir en la pieza de mi hermano. Que panorama… No podía dejar de pensar, mientras me disponía a dormir, en mi tía, metiéndose en mi cama, rozando mis sábanas con su piel suave. Y me imaginaba como luego estaría al lado de mi tío. Me levanté y golpeé a la puerta de mi cuarto. Pase, dijo mi tía, que efectivamente ya estaba en mi lecho. Pero aún sola, pues mi tío no volvía del baño. Permiso, tía, voy a buscar algo en mi ropero… le dije. Si pasa no más, me dijo ella, que cepillaba su pelo.
Abrí mi ropero, dándole la espalda a mi tía. Sentí que ella me miraba. Y lo confirmé mirando de reojo por el espejo del interior del ropero. Mientras se cepillaba, me miraba de arriba abajo. Su camisa de dormir se entreabría por un botón que no estaba abrochado, y se alcanzaba a ver la suave redondez de un pecho blanquísimo. Con esa sola visión, mi verga se puso dura. Bastaba eso para ponerme a mil y darme ganas de corrérmela. Ya tenía suficiente por esa noche. Sin embargo, me detuve más rato, haciendo como que buscaba algo. Ella me miraba, y se sonreía, con cierta malicia. No se si era mi imaginación, pero creí ver cierto atisbo de picardía en la forma que me miraba. Sobrino, venga para acá. Me dijo. Mi corazón se paralizó.
-Ssssi tía, ¿qué quiere? le dije, mientras me daba vuelta hacia ella.
-Siéntese aquí, dijo tocando con su palma el borde de mi cama. Me senté a su lado, y allí me di cuenta que mi verga levantaba groseramente mi pijama.
-Perdone, tía, balbuceé, tratando de ocultar lo imposible. Ja, ja, ja, sonrió suavemente mi tía.
-Mi sobrino grande, no seas tontito, si es natural que sientas cosas. Me dijo. Al fin estás en la pubertad, no?
-Si, pero…, es que..., me comportaba como un estúpido, no sabía articular palabra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que emocionante la historia,espero con ansias la proxima pagina ,ya que las leo todas las noches y me voy a dormir con ese sabor a deceo......
Eres increible tu lo sabes ya te lo he dicho muchas veces....
chauuuuuu.