martes, diciembre 06, 2005

Intercambio (Cap. I)


Mi nombre es Camilo, y mi Esposa se llama Susana. La historia que les voy a contar ocurrió en una fiesta familiar. La fiesta empezó temprano, así que la mayoría de los invitados se empezaron a retirar alrededor de las 9 de la noche. Para eso de las 12 de la noche, ya solo quedábamos nosotros y una pareja amiga, Betty y Alonso, ambos afines con nosotros. Siguió la conversación por diversos caminos hasta que ésta empezó a tomar el camino del sexo. Empezamos a hacer comentarios cada vez mas abiertos sobre nuestros gustos y opiniones sobre diversos temas y así la conversación empezó a caldearse. Me di cuenta que mi esposa se estaba calentando, ya que se le empezaron a notar los pezones en la blusa. Hacia algún tiempo habíamos fantaseado con realizar un intercambio con alguna pareja amiga, pero no nos animábamos al tratar de hacerlo realidad. Aprovechando una ida a la cocina a servir más tragos, yo le pregunté que le estaba pareciendo la conversación, a lo que ella me contestó que no había podido evitar el calentarse. Yo me había dado cuenta que nosotros tampoco le éramos indiferentes a nuestros amigos, así que decidí proponerle a Susana si le gustaría tener nuestro primer intercambio con ellos. Ella me contestó fascinada que si, pero que como le haríamos. Yo le dije “tu déjame y sígueme la corriente, pero sobre todo, confía en mí”. Ella aceptó y regresamos a seguir nuestra conversación como si nada. Fui empezando a orientar la conversación hacia el tema del intercambio y la opinión que teníamos de ello:
- Y ustedes ¿qué opinan de las parejas que se intercambian?
Pues mira –me dijo Alonso- yo pienso que no hay cosa mas buena y mas sana que cada quien haga lo que se le de la gana.
Así es –intervino Betty- Además, si una pareja explora y disfruta de esa manera su sexualidad, sin dañar a nadie ¿Qué tiene de malo?
- Eso dices porque es una actitud hipotética –le contesté- pero ¿pensarías lo mismo si Alonso estuviese en ese caso? ¿o tu?
- Pues si yo estuviera presente y viera que Alonso le interesara que disfrutáramos, estoy segura que no tendríamos mayor problema –dijo Betty.- Ni yo tampoco –remató Alonso.
No les creo nadita –les contesté- y me gustaría probárselos.
- ¿A, sí? ¿y como planeas hacerlo? –dijo Alonso.
Pues así –le contesté.
Susana y yo estábamos sentados frente a ellos y ella llevaba una falda que le llegaba a media pierna (debo comentar que tiene unas piernas muy bellas) y que al sentarse se la alzaba bastante, aunque no como para ver nada, así que en ese momento me volteé y, sin previo aviso, la tomé con mis manos de las rodillas y le separé las piernas, de manera que quedaron expuestas tanto sus piernas deliciosas como la tanga que llevaba ese día. Me sorprendí yo también, al ver la desconocida prenda, blanca y semitransparente con la palabra "Sexy" en rojo.
- ¡¡¡Camilo!!! – exclamó ella por la sorpresa.
- ¿Qué haces? –dijo Alonso con expresión de asombro, pero sin apartar la vista hacia Susana.
¿Estas loco? –preguntó Betty.
Vamos, Alonso, no te hagas el loco –contesté. Yo sé que te gusta mucho Susana y que desde hace tiempo te morías por estar en una situación así. Ahora dime, ¿Qué te parecen las piernas de Susana?
Sobrepuesto de la sorpresa inicial, Alonso me sonrió con sorna y empezó a mirar con descaro las piernas de mi esposa. Después de un momento exclamó:- Con todo respeto, Susana, la verdad es que tienes unas piernas maravillosas y las luces maravillosamente. Luego dijo, mirándome: Tienes razón, Camilo, la verdad es que me gusta tu esposa desde hace mucho tiempo, pero jamás me imaginé que algún día esto sucediera.
Hacia tiempo que lo sospechaba –le contesté- y la verdad es que teníamos ganas de hacer esto y conocer su reacción. Por lo que veo, a ti te gustaría, pero resulta que somos cuatro y necesitamos estar de acuerdo todos, o mejor no hacemos nada y seguimos con nuestra amistad como de costumbre. Después miré a Betty y le pregunté ¿y bien, Betty? ¿Cuál es tu opinión al respecto?

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