
Al principio ella me vio con ojos de sorprendida, como quien ve las cosas y no quiere aceptar que es real. Después miró a Alonso y, tomándole una mano, nos dijo:- La verdad es que nosotros también fantaseábamos con esto, pero jamás se nos ocurrió realizarlo. Por mi parte, Camilo, hace mucho que me pregunto como serás en la cama y, dado que vamos a estar los cuatro presentes, pienso que es una forma más de amistad.
Ya para entonces vi que Alonso empezaba a tocarse la verga por encima del pantalón. Entonces decidí que era hora de dar el siguiente paso y le dije:
- Pero Alonso, ¿qué haces sentado ahí?, ¿Por qué no vienes al lado de mi esposa y me ayudas a acariciarla?
El se paró de donde estaba y se sentó al lado de Susana, pero todavía no se animaba a nada, así que tomé la mano de Alonso, la puse en la pierna de Susana y le dije:
Vamos, vamos, ¿a poco no tenias ganas de acariciarle las piernas a mi esposa?. Sin miedo, que como yo estoy aquí pues te doy permiso.
Y mientras Alonso tenía su mano en la pierna de Susana, yo puse mi mano en la otra y empecé a acariciársela, como para darle confianza a mi amigo. Al ver que no había problema, Alonso también empezó a acariciarle las piernas. Al tomar mayor confianza, ocasionalmente le pasaba la punta de los dedos sobre las letras de su tanga. Yo me daba cuenta porque Susana se estremecía cada vez que sucedía. Susana cerró los ojos y empezó a gozar aquellas caricias, mientras Betty, sentada frente a nosotros, contemplaba hipnotizada aquella erótica escena, sin percatarse de que su blusa entreabierta mostraba un delicioso pecho, albísimo. Susana empezó a gemir por el placer de las caricias cuando le dije a Alonso:
- ¿Sabes?, Susana tiene una fantasía erótica que tu podrías ayudarme a realizar.- ¿De que se trata? –me contestó sin dejar de mirar a mi esposa.- Pues es muy sencillo. Resulta que Susana tiene unos pechos muy sensibles, a los que les gusta que se les bese y se les mame con ternura, pero estando solos, solo podía ocuparme de uno y ella quiere sentir que se los mamen los dos al mismo tiempo. ¿Podrías ayudarme al respecto?
Con todo gusto –respondió.
Entonces entre los dos empezamos a desabotonar la blusa y acariciarle los pechos por encima del brassiere. Susana estaba para ese entonces excitadísima y de pronto pude sentir una mano que empezaba a acariciar mi verga por encima del pantalón. Mire las manos de mi esposa y pude darme cuenta que era ella quien me acariciaba con la mano izquierda, mientras que con la derecha hacia lo mismo con el bulto de Alonso. Sin saber exactamente en que momento, sacamos los senos de Susana al aire y empezamos a besárselos y lamérselos con delicadeza.
- ¡Mmmmm! – dijo Susana- En verdad es tan rico como siempre me había imaginado. ¡Tienes una lengua deliciosa, Alonso! ¡Betty también debe gozar con tus caricias!
Mientras seguíamos así, mire hacia la panochita de Susana y me di cuenta que Alonso no solamente le daba placer con una mamada deliciosa, sino que, haciendo a un lado la pantaleta de Susana, había metido su mano y le estaba metiendo un dedo, a lo que Susana respondía con una creciente excitación.
- ¿Sabes, mi amor? –le dije a Susana- Creo que la verga de Alonso está muy incomoda ahí apretada. ¿Por qué no se la sacas para que se la puedas acariciar mejor?.No tuve que decírselo dos veces, ya que en ese momento tomo la cabeza de Alonso y ambos se fundieron en beso calientísimo, a la vez que sus dos manos se dirigían hacia el cierre del pantalón de Alonso y, en un abrir y cerrar de ojos, le sacó la verga, con la que empezó a juguetear. Yo estaba hipnotizado viendo como mi amigo y mi esposa se fundían en un beso erótico, contemplando como sus lenguas se entrelazaban con pasión y observando como Susana empezaba a sobar la verga de mi amigo, cuando de repente siento yo a mi vez una mano que empieza a bajar mi cierre. La verdad es que me había olvidado por completo de Betty, quien, seguramente, también se había calentado al contemplar a los amigos gozándose enfrente de nosotros.
- ¿Me permites, Camilito? – me dijo.- Adelante, Betty, sírvete con confianza.- En verdad que ver a mi esposo con tu mujer me ha puesto muy caliente. Jamás pensé que podría ponerme así de excitada.
- ¿Te gusta?
¡Claro! –contestó mientras empezaba a sobar mi miembro- pero ahora que acaben ellos, yo también quiero que los dos me mamen al mismo tiempo.En ese momento voltee a verlos y vi que Alonso se había acostado en el sillón y Susana estaba a gatas sobre el, haciendo un formidable 69, lo cual me calentó muchísimo.
Oye, Betty, se ve que ellos lo están pasando muy bien, ¿Por qué no hacemos tú y yo lo mismo mientras esperas tu turno?
¡Mmmmm!, pensé que jamás me lo pedirías.
Ya para entonces vi que Alonso empezaba a tocarse la verga por encima del pantalón. Entonces decidí que era hora de dar el siguiente paso y le dije:
- Pero Alonso, ¿qué haces sentado ahí?, ¿Por qué no vienes al lado de mi esposa y me ayudas a acariciarla?
El se paró de donde estaba y se sentó al lado de Susana, pero todavía no se animaba a nada, así que tomé la mano de Alonso, la puse en la pierna de Susana y le dije:
Vamos, vamos, ¿a poco no tenias ganas de acariciarle las piernas a mi esposa?. Sin miedo, que como yo estoy aquí pues te doy permiso.
Y mientras Alonso tenía su mano en la pierna de Susana, yo puse mi mano en la otra y empecé a acariciársela, como para darle confianza a mi amigo. Al ver que no había problema, Alonso también empezó a acariciarle las piernas. Al tomar mayor confianza, ocasionalmente le pasaba la punta de los dedos sobre las letras de su tanga. Yo me daba cuenta porque Susana se estremecía cada vez que sucedía. Susana cerró los ojos y empezó a gozar aquellas caricias, mientras Betty, sentada frente a nosotros, contemplaba hipnotizada aquella erótica escena, sin percatarse de que su blusa entreabierta mostraba un delicioso pecho, albísimo. Susana empezó a gemir por el placer de las caricias cuando le dije a Alonso:
- ¿Sabes?, Susana tiene una fantasía erótica que tu podrías ayudarme a realizar.- ¿De que se trata? –me contestó sin dejar de mirar a mi esposa.- Pues es muy sencillo. Resulta que Susana tiene unos pechos muy sensibles, a los que les gusta que se les bese y se les mame con ternura, pero estando solos, solo podía ocuparme de uno y ella quiere sentir que se los mamen los dos al mismo tiempo. ¿Podrías ayudarme al respecto?
Con todo gusto –respondió.
Entonces entre los dos empezamos a desabotonar la blusa y acariciarle los pechos por encima del brassiere. Susana estaba para ese entonces excitadísima y de pronto pude sentir una mano que empezaba a acariciar mi verga por encima del pantalón. Mire las manos de mi esposa y pude darme cuenta que era ella quien me acariciaba con la mano izquierda, mientras que con la derecha hacia lo mismo con el bulto de Alonso. Sin saber exactamente en que momento, sacamos los senos de Susana al aire y empezamos a besárselos y lamérselos con delicadeza.
- ¡Mmmmm! – dijo Susana- En verdad es tan rico como siempre me había imaginado. ¡Tienes una lengua deliciosa, Alonso! ¡Betty también debe gozar con tus caricias!
Mientras seguíamos así, mire hacia la panochita de Susana y me di cuenta que Alonso no solamente le daba placer con una mamada deliciosa, sino que, haciendo a un lado la pantaleta de Susana, había metido su mano y le estaba metiendo un dedo, a lo que Susana respondía con una creciente excitación.
- ¿Sabes, mi amor? –le dije a Susana- Creo que la verga de Alonso está muy incomoda ahí apretada. ¿Por qué no se la sacas para que se la puedas acariciar mejor?.No tuve que decírselo dos veces, ya que en ese momento tomo la cabeza de Alonso y ambos se fundieron en beso calientísimo, a la vez que sus dos manos se dirigían hacia el cierre del pantalón de Alonso y, en un abrir y cerrar de ojos, le sacó la verga, con la que empezó a juguetear. Yo estaba hipnotizado viendo como mi amigo y mi esposa se fundían en un beso erótico, contemplando como sus lenguas se entrelazaban con pasión y observando como Susana empezaba a sobar la verga de mi amigo, cuando de repente siento yo a mi vez una mano que empieza a bajar mi cierre. La verdad es que me había olvidado por completo de Betty, quien, seguramente, también se había calentado al contemplar a los amigos gozándose enfrente de nosotros.
- ¿Me permites, Camilito? – me dijo.- Adelante, Betty, sírvete con confianza.- En verdad que ver a mi esposo con tu mujer me ha puesto muy caliente. Jamás pensé que podría ponerme así de excitada.
- ¿Te gusta?
¡Claro! –contestó mientras empezaba a sobar mi miembro- pero ahora que acaben ellos, yo también quiero que los dos me mamen al mismo tiempo.En ese momento voltee a verlos y vi que Alonso se había acostado en el sillón y Susana estaba a gatas sobre el, haciendo un formidable 69, lo cual me calentó muchísimo.
Oye, Betty, se ve que ellos lo están pasando muy bien, ¿Por qué no hacemos tú y yo lo mismo mientras esperas tu turno?
¡Mmmmm!, pensé que jamás me lo pedirías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario