
Susana se vino en un orgasmo intenso, gracias a mi lengua, justo en el momento en que hacía acabar a Alonso, con sus labios, bebiendo el jugo abundante.
Se tendieron en el sofá, exhaustos por sus orgasmos, y quedé allí arrodillado, con mi verga tiesa. Era el único que no había acabado ¡Muy lindo, dije, con ironía, todos gozan y yo no¡
Se rieron todos. Pero fue Betty la que se bajó, y me tendió en la alfombra, diciendo que ella me pagaría, por el fabuloso servicio que había recibido. Su boca comenzó a chupar mi verga, lamiéndola a todo su largo, incluyendo un paseo por mis bolas que me hizo aullar de gusto. Con su mano la levantaba y me metía su lengua en cada pliegue de mi sexo, sin duda era experta. Al ver ese tratamiento, mi esposa se unió a Betty, y entre ambas, lengua con lengua, comenzaron a darme la más sensacional mamada de mi vida. Entre tanto y tanto, sus lenguas se tocaban, enardecidas, y de pronto sus labios se unían en un ardiente y erótico beso, que me hacía calentar aún más. Alonso, al ver semejante sesión, se puso detrás de las dos, y comenzó a acariciar ese par de culos hermosos. Ambas hembras no disimularon el gusto que les dio, sentir los dedos del amigo recorriendo sus deliciosos y mojados rincones, lo que las hizo redoblar sus lametones a mi verga, con gran regocijo de mi parte, por supuesto.
La escena nuevamente era increíble. El cuadro que presentábamos allí era de alto contenido sexual. Pronto de mi verga saltaron los chorros de jugo, los que fueron disputados, gota a gota por cada una.
Sus bocas sorbían mis jugos, y se quitaban los hilillos de entre sus labios, dándose fogosos besos. Pasar a acariciarse sus pechos, abrazarse, y fundirse en un ardiente nudo de piernas y piel, fue casi la consecuencia natural de la calentura lograda.
Se tendieron en el sofá, exhaustos por sus orgasmos, y quedé allí arrodillado, con mi verga tiesa. Era el único que no había acabado ¡Muy lindo, dije, con ironía, todos gozan y yo no¡
Se rieron todos. Pero fue Betty la que se bajó, y me tendió en la alfombra, diciendo que ella me pagaría, por el fabuloso servicio que había recibido. Su boca comenzó a chupar mi verga, lamiéndola a todo su largo, incluyendo un paseo por mis bolas que me hizo aullar de gusto. Con su mano la levantaba y me metía su lengua en cada pliegue de mi sexo, sin duda era experta. Al ver ese tratamiento, mi esposa se unió a Betty, y entre ambas, lengua con lengua, comenzaron a darme la más sensacional mamada de mi vida. Entre tanto y tanto, sus lenguas se tocaban, enardecidas, y de pronto sus labios se unían en un ardiente y erótico beso, que me hacía calentar aún más. Alonso, al ver semejante sesión, se puso detrás de las dos, y comenzó a acariciar ese par de culos hermosos. Ambas hembras no disimularon el gusto que les dio, sentir los dedos del amigo recorriendo sus deliciosos y mojados rincones, lo que las hizo redoblar sus lametones a mi verga, con gran regocijo de mi parte, por supuesto.
La escena nuevamente era increíble. El cuadro que presentábamos allí era de alto contenido sexual. Pronto de mi verga saltaron los chorros de jugo, los que fueron disputados, gota a gota por cada una.
Sus bocas sorbían mis jugos, y se quitaban los hilillos de entre sus labios, dándose fogosos besos. Pasar a acariciarse sus pechos, abrazarse, y fundirse en un ardiente nudo de piernas y piel, fue casi la consecuencia natural de la calentura lograda.
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