lunes, enero 09, 2006

Juegos de oficina (cap. V)



A la mañana siguiente amanecí muy excitada solo de pensar en lo que podría suceder en la oficina, me disponía a sacar el liguero y las medias del cajón de la lencería, así como ropa intima transparente cuando encontré unas pantimedias negras transparentes con unas coquetas lineas negras tipo bailarina o sea que no tienen calzonera sino son de malla de pies a cintura y se me ocurrió que podría usarlas sin llevar nada debajo, y así podría enseñarle a mi jefe mi monte de Venus sin quitarmelas, así que solo me coloqué un brassiere negro brillante y las pantimedias. Antes de ponerme el vestido negro que llevaría, como sé que el color negro enloquece a los hombres, le mostré a mi esposo como iría al trabajo y le dije que lo hacia para que él pensara todo el día de como andaba su "mujercita" sin pantaletas esperándolo para disfrutar el sexo. Mi esposo lo aceptó, muy entusiasmado, pues no era la primera vez que me ponía solo las pantimedias sin tanga o bien solo el liguero con medias y las mas de las veces lo hacía a petición de él mismo.
Desde que entré al edificio donde trabajo, sentí mariposas en mi vulva que me subían al estomago y un intenso palpitar de mi sexo que me indicaba que estaba excitada, incluso mis pezones se endurecieron haciendo evidente mi calentura. Estaba dispuesta a todo y solo esperaba la llegada del licenciado para realizar los sueños que la noche anterior había tenido, no obstante la buena cogida que esa noche me había dado mi marido.
Una hora más tarde llegó mi jefe. Me levanté para abrirle la puerta y le brindé una coqueta y provocativa sonrisa y como ya era costumbre en él, recorrió con su morbosa mirada la totalidad de mi cuerpo que se estremecía pensando en lo que posiblemente sucedería minutos mas tarde, me saludo guiñándome un ojo seguramente esperando que cumpliera mi palabra de enseñarle mi "osito peludo".
Diez minutos mas tarde sonó mi extensión telefónica, era mi jefe que me pedía que pasara a su oficina, nuevamente sentí esa sensación de mariposas que subían y bajaban de mi vulva al estomago y viceversa, automáticamente mi vagina experimentó un leve humedecimiento; Entré al despacho un tanto nerviosa, él ya estaba de pie esperándome y sin decir nada me abrazó por la cintura y nuestros labios se unieron en un apasionado beso, sin preámbulos sus manos se apoderaron de mis nalgas buscando tal vez el borde de mis pantaletas sin que por supuesto las encontrara, su miembro se pegaba a mi pelvis sin ninguna inhibición y por supuesto yo no solo lo aceptaba sino que lo buscaba, sus manos poco a poco iban subiendo mi vestido y pronto ya hacían contacto con mis pantimedias en la parte alta de mis muslos y luego, en un rápido descenso, estaban en la parte baja de mis nalgas, mi mano también estaba inquieta y le frotaba la endurecida verga por encima del pantalón, pudiendo corroborar lo enorme que era.
Despegó un poco sus labios de los míos y me recordó mi promesa: sin decir nada solo di tres pasos hacia atrás y sonriendo atrevida me subí el vestido hasta la cintura mostrándole con todo descaro mi abultada pelvis forrada con las pantimedias y que en nada ocultaban mi cuidada vellosidad. El licenciado se quedó inmóvil y en silencio admirando mi sexo, instantes después reaccionó y me pidió que diera media vuelta para que le mostrara mis nalgas; sin siquiera pensarlo me di media vuelta sosteniendo el vestido en la cintura y le exhibí mis nalgas con toda impudicia, metiendo una de mis manos bajo la tela y moviendo las caderas suavemente en pequeños círculos.
Mi jefe se lanzó hacia mí estrechando su vergota en mis nalgas y sus manos me acariciaban, con una mano las piernas y con la otra mi monte de Venus, mientras me decía al oído que así como yo, era la mujer de sus sueños eróticos. Metió su mano entre mis muslos abarcando toda mi vulva que frotaba con ansiedad ante mi complacencia, en tanto yo frotaba mis nalgas contra su erecto pene. El licenciado intentaba bajarme las pantimedias para tocar mi vello y mi concha directamente, y aunque no era mi idea, de inmediato le ayudé enrollando las pantimedias hasta debajo de mis nalgas, por temor a que en su desesperación mi jefe pudiera romperlas. Entonces su mano entró plena entre mis piernas tocando directamente mi vellosidad y mi mojada vulva e introduciendo su dedo medio entre mis labios vaginales para frotar mi clítoris, la otra mano subió a mis pechos para masajearlos sobre el vestido. Yo guardaba silencio, excepto por pequeños sonidos guturales, que no pude contener y que revelaban el placer que estaba recibiendo de mi caliente jefe. (Continuará...aunque no lo crean...)

Ver mas fotos de este Post...

No hay comentarios: