lunes, junio 05, 2006

Noche de pasión prohibida


(Nota: este es un final alternativo o complementario a una historia anterior, que de seguro no os acordáis. Si quieren verla, hagan click aquí...)

La muchacha sintió como la verga se alzaba nuevamente, volvía a endurecerse, repletando su boca, casi hasta su garganta. Se deleitaba estrujando aquel preciado objeto con su lengua, mientras su cabeza se movía arriba y abajo, brindando una cobertura completa al miembro, desde su base hasta el glande. La punta de su lengua palpaba el ojete y recorría la sedosa superficie, de la cual manaba ya un abundante y suave líquido. Ernesto gozaba con el espectáculo. No podía creer su fortuna. Milena, su joven cuñada, le estaba dando una de las mejores mamadas. Abrió más sus piernas, de manera que su verga quedara aún más libre para su amante. La lengua de Milena paseaba gustosa cada rugosidad de su miembro, mojando con su saliva caliente cada palmo de la herramienta. Luego bajó, hasta sus bolas, metiendo en su boca primero una, mordisqueándola suavemente, y luego la otra, produciendo un placer infinito en el hombre, mientras una de las manos de la joven mantenía la verga en constante movimiento... Ernesto podía ver que la otra mano de Milena se perdía entre sus propias piernas, agitando los dedos contra su clítoris.
-No me hagas acabar todavía, bebé... susurró Ernesto, sintiendo que el masaje era demasiado efectivo.
Milena, obediente, aflojó el roce y besando la punta, se levantó. Se puso a horcajadas sobre su amante, y abriendo su vulva, comenzó a sentarse sobre el miembro, que presto al servicio, se mantuvo enhiesto, muy tieso, penetrando lentamente en el forado caliente. Ella comenzó su dulce empalamiento, subiendo y bajando cadenciosamente.
-Ah, aaah, gemía Milena, sintiendo como se abría su vagina, y como esa verga soñada, ahora era suya, y entraba a conquistar lugares recónditos, explorados solamente en sus noches de placer solitario. Su cabello se arremolinaba, a cada movimiento de su cabeza, presa como todo su cuerpo, del vértigo sensual del amor adulto. Se inclinó hacia su cuñado y se besaron ardientemente. Sus lenguas se entrelazaron, se acariciaron, intercambiando sus salivas calientes. La lengua dura de Ernesto comenzó a imitar el ritmo de la penetración, por lo que Milena sentíase follada por arriba y por abajo, acompasando su cuerpo en un baile de subido erotismo. Ernesto la tenía asida por la cintura, ayudando a mantener los movimientos pélvicos de Milena. Sabiamente, deslizó una mano hacia la quemante comisura de los labios vaginales untando un dedo con los lubricantes que afloraban en la zona, y luego lo hizo viajar por el mullido culo de la muchacha, entreabriendo sus nalgas y acariciando el pequeño esfínter. Cerró sus ojos y se representó la imagen. Su dedo medio recorría la tersa piel, presionando el orificio suavemente, una y otra vez, hasta el momento en que éste dio muestras de ceder. Entonces se introdujo levemente, esperando alguna reacción de la joven. Por un instante, el hoyito permitió la entrada, para luego apretar su dedo y enseguida volver a soltarlo, junto con un quejido. El paso estaba franqueado, de modo que Ernesto mantuvo su dedo jugando en el delicioso lugar.
La explosión orgásmica los sacudió al unísono. La joven comenzó primero, una vibración comenzó a expandirse desde el centro de su sexo, y la recorrió, como ondas en el agua, hasta el último rincón de su cuerpo y de allí se devolvió violentamente, haciéndola soltar desde lo más interno, un río de efluvios, un torrente de jugo, que chocó, en un impacto frenético, con los jugos de Ernesto, expulsados a chorro hacia el interior de Milena. Luego, la ola bajó, bañando la verga de su amante, y corrió por la piel de éste, hacia las sábanas.
Ambos, exhaustos, quedaron abrazados, la una sobre el otro, unidos no obstante por la verga del hombre, que aún rígida, no quería salir de su caliente refugio.
-Me has hecho gozar como nunca en la vida, Ernesto..., susurró Milena al oído del hombre.
-he sentido un placer tan exquisito... ¿Siempre es así? ¿así fue en la noche de boda con mi hermana?
-bebé, dijo Ernesto, no siempre se goza igual. Pero te juro que hoy ha sido increíble. Esa noche fue estupenda, pero tanto yo como Julia, éramos un poco inexpertos, de manera que nos limitamos a amarnos de manera muy clásica, podríamos decir... ella abajo y yo arriba, la penetración un poco brusca de mi parte, en fin, los dos estábamos recién despertando al sexo....
-Claro, entiendo. Dijo Milena, besándolo en los labios. Pero ahora que tienes madurez se ve que te has convertido en un maestro.... me has dado con todo. ¿o puede ser aún mejor?, ¿puede haber más formas de gozar?
-Mi preciosa muchachita, debo decirte que el placer tiene mil caminos, tu cuerpo es un instrumento musical intacto aún, del cual se pueden extraer melodías infinitas. Ojala que cuando te cases, o al menos tengas nuevas experiencias, lo hagas con un virtuoso, que sepa hacer vibrar cada cuerda de tu cuerpo, verás que uniendo tu experiencia, lograrás goces deliciosos. Le contestó Ernesto, acariciándole un pezón.
-Pero eso será en mucho tiempo más, cariño, porque deseo que me enseñes más, mucho más.... Quiero explorar mi goce, saber hasta donde puedo llegar. Esta noche sentí cosas exquisitas, que no sabía que estaban en mí. Y tengo gran curiosidad por seguir. ¡Tu serás mi guía!. Exclamó al tiempo que lo besaba, y tomaba su verga, extrayéndola de su sexo. Conservaba aún cierta respetable erección, que la admiró. Su boquita inquieta bajó y abrigó una vez más el miembro, tratando de enjugar los restos de néctar.
-Milena, loca, no, no, no sigas por favor, que está amaneciendo... clamó Ernesto, ahora preocupado.
-Bueno, pero, prométeme que esta noche volverás a mi cuarto. Dijo Milena, mirándolo fijamente, con sus manos en las perfectas caderas, en un gesto de pretendido enojo.
-pero, bebé. Balbuceó el hombre. Tengo que dormir también...
-No sé, tienes que venir. Cómo lo harás no sé, no es mi problema. Yo quiero una segunda lección. Si no vienes, le contaré a mi hermana que...
No, calla. Interrumpió Ernesto, no se te ocurra, esto quedará entre nosotros, debe ser un secreto, para siempre.
-Si, cariño, para siempre. Además quedan muchas noches por delante...

1 comentario:

Anónimo dijo...

-Si, cariño, para siempre. Además quedan muchas noches por delante...
... y alguna más por detrás!!!
(es broma)
Me gusta mucho tu estilo narrativo. Siempre lo he pensado, aunque hoy salgo del anonimato.
Felicidades por tu blog y un saludo.