viernes, julio 21, 2006

El despertar erótico




Hasta aquel día en que este relato cayó en mis manos, nunca creí que me pudiera excitar tanto con la lectura erótica, ni tan siquiera yo misma me había planteado leer algún libro sobre el tema y por supuesto siempre consideré que mi vida sexual la tenía resuelta con las típicas noches de sábados y alguna que otra noche esporádica y sin la ayuda de la lectura.
Pero rebuscando entre unos papeles de mi marido una mañana, encontré el relato en cuestión, al principio no le di mucha importancia y lo llevé para el salón para leerlo más tarde, pero tengo que reconocer que pasé parte del día pensando como sería un relato erótico e imaginando cosas. Llegada ya la noche y estando los dos le pregunté por aquel libro, me contestó que era un simple relato erótico y que se lo habían dejado, creo que se ruborizó un poco, con lo que mi curiosidad aumentó por leerlo.
Recuerdo que ese día hacía mucho calor, así que la casualidad hizo que yo sólo estuviera con un camisón de seda y unas bragas nada más, me tumbé en el sofá cómodamente y empecé la lectura, sin tener idea de lo que iba a acontecer más adelante. Camilo estaba sentado al fondo del salón, frente a mí, corrigiendo algo sobre una mesa, casi sin prestarme en aquellos momentos mucha atención.
Al principio me pareció algo aburrido, tengo que reconocerlo, pero a medida que me fui introduciendo en la lectura, no sé, algo extraño fue sucediendo en mí. Instintivamente mientras leía puse la mano sobre mi sexo bjo mis pantimedias, que aun conservaba, y comencé a acariciarme poco a poco casi sin darme cuenta, muy lentamente, con movimientos en círculos y notando una excitación extraña sobre mi cuerpo. Nunca había hecho lo de tocarme, incluso hasta ese día me parecía que no tendría mucho sentido teniendo marido, el caso es que yo seguía con el relato sobre mi mano y con la otra rozando mis dedos sobre mi sexo, cada vez mas insistentemente. Estaba tan absorta y caliente, que ya incluso me había olvidado que mi marido estaba allí.
El relato era ahora de lo más excitante, según iba pasando las hojas más cachonda me estaba poniendo, observé a Camilo de nuevo, él seguía con su trabajo, como si yo no existiera. Por instinto doblé las piernas para que no me viera, era como si me avergonzara de lo que estaba haciendo, pero yo seguía con tal excitación que mis dedos ahora casi perforaban mis pantis, que las tenía completamente empapadas.
En el salón había un silencio sepulcral, sólo el roce de los dedos con la panti y un pequeño jadeo mío era lo que resonaba en el ambiente, por lo que trataba de contener la respiración, pues no quería que mi marido me viera así….. Sin darme cuenta ya tenía la mano completa por el interior de mis pantis y jugaba con mi vello, entresortijándolo como si fuese el pelo de otra persona, iba poco a poco jugando con parte de mi sexo y calentándome a cada rato mucho más, sólo el ruido que hizo mi marido en ese momento, hizo que yo dejase de leer y retirara el relato hacia un lado instintivamente. Me había visto y me sentí como una niña cogida haciendo algo malo.
El estaba mirándome absorto, me puse muy nerviosa y por un momento creí que me iba a decir algo grosero. Pero no, se levantó muy sigilosamente y se marchó a cerrar la puerta de la habitación.
Lejos de sentarse conmigo a su vuelta, y decirme algo, como yo esperaba, se quedó de nuevo sentado sobre su mesa de trabajo observándome. Me di cuenta enseguida de que seguramente estuvo mirando todo el tiempo, pero creo que se había puesto de lo más cachondo a la vez que sorprendido. Tengo que reconocer que la situación era de lo más alocada que recuerdo, él me había visto y no dijo nada, tal vez quería saber hasta donde podría llegar yo.
Así que seguí con el relato, ahora sabiendo que mi marido me estaba mirando, eso hizo que el morbo aumentara mucho más en mí. La mano se introducía directamente entre mis piernas y acariciaba mi sexo, me estaba poniendo tan caliente y excitada como jamás lo había estado. El relato casi me pedía que siguiera así, mis dedos iban tocando los labios de mi sexo una y otra vez. Empecé a notar toda la humedad que tenía ya, mi dedo frotaba el clítoris repetidamente al mismo tiempo que leía el relato.
Una y otra vez sin parar el dedo se movía por mi sexo. Era tan excitante, que en un momento dado introduje un poco el dedo dentro y empecé a sentir tanto placer, que dejé un momento el relato a un lado y miré a mi marido. Noté en sus ojos que estaba alucinado y al mismo tiempo muy estimulado también. Sin duda, no daba crédito a lo que estaba sucediendo con su mujer tan recatada y conservadora, pero me dejaba seguir. Introduje más dos dedos en el interior de mi vagina y supe que me iba a llegar un orgasmo, ese placer tan delicioso que siempre me derretía. Con Camilo era frecuente que sintiera ese goce, pues me amaba y sabía pulsar cada cuerda de mi cuerpo, para sacar las notas más eróticas, pero era la primera vez en mi vida que lo iba a tener así, con jadeos y con mis propios dedos. Tengo que reconocer que somos muy típicos cuando hacemos el amor, tengo suerte de tener siempre un orgasmo, antes que él, pero es todo tan suave, tan formal casi, que lo que estaba sintiendo ahora era novedoso, fuera de esquemas. Y me gustaba.
El caso es que noté que me iba a llegar el orgasmo y por primera vez, sentí que controlaba la situación. Lo manejé yo, miré a mi marido y así sentada sobre el sofá y observando su expresión de asombro al mismo tiempo, introduje una y otra vez mis dedos dentro, repetidamente hasta el fondo de mi jugoso rincón y lo conseguí. Tal como en los orgasmos con Camilo, mi vagina comenzó a latir, con verdaderas contracciones y espasmos, evacuando abundantes jugos calientes.
Quedé un buen rato así, estilando hilillos de liquido de mis labios inferiores, esperando que él me dijera algo, pero ante mi asombro, mi marido se había excitado tanto viéndome que él mismo ahora se empezaba a tocar también. Eso me gustó de tal forma y me hizo ganar tanta confianza al mismo tiempo, que volví a excitarme de nuevo rápidamente. Aún no había leído prácticamente la tercera parte del relato, así que decidí seguir leyendo mientras él me contemplaba. Reconozco que había entrado en aquel salón un clímax extraño de morbo cómplice. Él allí tocándose sin acercarse a mi y yo sobre el sofá excitadísima y haciendo lo mismo. Cada uno haciendo algo que jamás pensé que podría ocurrirnos.
Volví a coger el relato y proseguí la lectura, era superexcitante todo, mi mano volvió a posarse sobre mi sexo empapado, mientras seguía leyendo, mis pezones estaban duros como no los había notado en mi vida, se notaban a la vista entre mi camisón de seda. Tenía ganas de que él pusiera su lengua sobre ellos, que me los manoseara y besara, pero él seguía allí, tocándose y disfrutando de aquel momento de visión que tenía delante, me sentía como una zorra en esos momentos delante de él, de verdad, nunca creí que pudiera llegar a hacer aquello. Pero todo lo que leía en el relato, me hacía sentir que era yo misma identificada en esos momentos.
Mis manos seguían recorriendo mi sexo una y otra vez, mientras leía otra parte del relato, hice algo que nunca, (bueno ese día creo que hice de todo y fue nuestro despertar, como pareja), creí que llegaría hacer, me excitó tanto la situación que yo misma me introduje en el relato y mi mano fue bajando hacia mi culo, era increíble: despacio con un dedo fui abriendo mis nalgas, y humedeciendo el canal hasta untar mi pequeño agujerito, mientras con la palma de la misma mano rozaba mi sexo empapado. Hacía movimientos de arriba hacia abajo, mis nalgas se abrían y volvían a cerrar . Me agitaba tratándome de penetrar yo misma, apretaba mis muslos sobre la misma mano y con un dedo tocaba mi ano, muy despacio jugando con él. No daba crédito a lo que estaba haciendo, pero puedo asegurar que estaba excitadísima, nunca había tocado esa parte y ahora estaba allí sola, con mi marido enfrente masturbándose como loco viéndome en esa situación, que aún no se como aguantaba para no venir junto a mi. No sabía si llegaría a meterme el dedo dentro de mi forado, era sensacional todo aquello, con la palma de la mano llegaba a tocarme el clítoris y con los dedos llegaba entre mis nalgas y al mismo tiempo con el relato en la otra mano, era increíble.
Me sentía poseída, mi lengua paseaba por mis labios una y otra vez al mismo tiempo que me los mordisqueaba. Entonces volvió a suceder, tuve que tirar el relato un momento porque noté que me llegaba otro orgasmo, el segundo. Era la primera vez que iba a tener más de uno, no quise desaprovecharlo, grité con fuerza repetidamente, casi rompí la panti, que ni me la había quitado de tan caliente que estaba. Me la saqué con desesperación.
Fue sensacional, quedé tirada de nuevo por un momento sobre el sofá jadeando y mirando para mi marido que seguía como loco con su polla en la mano, masturbándose frenéticamente, no sé ni como aguantaba tanto él.
¿Que podía hacer? ¿Seguía leyendo el relato?, Él ni me decía nada, sólo con su mirada de placer lo decía todo, hasta su polla ahora me parecía más grande de lo normal, era como un desconocido para mi y yo me sentía como si fuera alguien diferente para él, otra mujer. Yo seguía excitadísima aún, no podía, ni quería, comprender que me estaba pasando, por fin me encontraba a mi misma, sabía de los multiorgasmos, pero siempre creí que eran fantasías o mitos.
Me quité la braga desesperadamente, sentía que necesitaba más y volví a coger el relato, me estaba volviendo loca por seguir leyéndolo, la situación bien lo merecía y tengo que reconocer que seguía super caliente, y convencida que no podía privarme de lo descubierto.
Mi mano ya se posó sin más sobre mi sexo de nuevo, era como un ritual ahora, mientras seguía con la lectura, que por cierto cada vez era más y más excitante y perversa y ahora ya con todo el descaro del mundo y con mi marido más salido que nunca. Vi que se quitó la ropa y se tumbó justo enfrente de mi, desnudo completamente en el otro sofá, comprendí que estaba jugando como yo, y que sin duda había leído el relato, antes que yo el muy caliente. Me sentía tan zorra y libre en esos momentos, que de acuerdo a lo que estaba leyendo, mi dedo pulgar se fue introduciendo en el interior de mi coño y mientras me iba penetrando poco a poco hacia dentro y en dirección de mi ano, conseguí al mismo tiempo con otro dedo de la misma mano, que estaba todo húmedo de mi vulva, entrara perfectamente por mi ano, haciendo una especie de tenaza con la mano. Así como si fuera penetrada por dos, seguía tocándome, no sé ni como seguía leyendo, pero el relato era lo que me estaba volviendo loca de placer, era como si yo misma estuviera en él. Buscaba algo dentro de mi, como si supiera que allí, justo allí, donde mi dedo gordo empujaba encontraría algo, una y otra vez lo hacía, todo con cierta suavidad para poder seguir con la lectura y al mismo tiempo con mi placer sorprendentemente inacabable. Quería descubrir ahora cada rincón del cuerpo, seguía manoseando mis dos agujeros despacio, acompañada de la lectura y sabiendo que Camilo seguía observándome y casi haciendo los mismos gestos que yo, hasta creí ver por un momento que él había puesto una de sus manos sobre su ano mientras al mismo tiempo se masturbaba.
Y volví a encontrar el placer, con un dedo metido en mi culo y otro en el coño a la vez, casi se tocaban, sentía su roce entre ellos, el uno con el otro, imaginé la locura de que eran dos vergas hundiéndose en mi carne, y eso bastó para desatar mis últimas trabas, fue tan rápido que casi rompo el relato del apretón que le di. Me estaba llegando otro orgasmo bestial, grité y empujé con fuerza mis dedos uno sobre el otro, para que casi se juntaran dentro de mi, el del ano buscaba al de mi coño y allí los dos juntos me dieron el placer tan deseado en ese momento como en el relato, el de ser poseída por los dos lados a la vez.
No me lo podía creer, todo aquello por un relato erótico y aún no había acabado, me sentía completamente libre disfrutando de algo nuevo para mi, que no pensé que mi cuerpo podía ser fuente de tanto deleite. Y al frente, mi marido, seguía allí más excitado que nunca. Por un momento quise ser penetrada por aquella polla tan grande que se le había puesto, pero al mismo tiempo todo aquello que estaba pasando en aquel salón, lo encontraba tan morboso y excitante que prefería casi verlo a él correrse enfrente de mi, que disfrutara de la zorra que tenia delante en esos momentos, viéndome por primera vez como otra mujer. Mis pechos creo que iban a reventar, jamás creí que se pudieran poner así, los pezones estaban duros, me daban ganas de besarlos yo misma, poder llegar a ellos con mi boca y pasarle mis labios sobre ellos, era alucinante el comportamiento que estaba teniendo, no me conocía ni yo misma. Seguía excitadísima, era como si mi cuerpo hubiera explotado de placer, como un volcán que se hubiera abierto y dejado salir, en una erupción todos los goces y sensaciones que siempre habían estado dentro, pero sometidos a los frenos de la moralidad y la rígida educación.
Recogí el relato del suelo, de los nervios casi ni encontraba la página en que iba, seguí con la lectura, mientras él no paraba de tocarse, su glande estaba al rojo vivo, sus huevos parecían que iban a explotar, sabía que no podría aguantar mucho más y eso me excitaba a mi también, verlo ahí delante, descaradamente haciendo algo que nunca le había visto hacer. Era todo tan ajeno a nuestra tradicional formalidad, pero en lugar de inhibirnos, nos impulsaba a seguir en la exploración de esos terrenos desconocidos, pero tan gratificantes. Eramos como dos desconocidos llenos de placer y morbo.
Volví mi mano de nuevo para mi sexo, quería llenarlo de nuevo con mis dedos, mi clítoris estaba fuera, erecto y completamente inflamado, lo notaba, jugaba con él y me producía una excitación fuera de lo común, era todo placer y sexo, no había palabras de cariño, en realidad no había ninguna, solo sexo, jadeos, chasquidos de carne lubricada, suspiros, roces de piel. Seguía jugando al mismo tiempo con mi lengua, mordisqueaba mis labios y miraba de vez en cuando a mi marido, le volvía loco cada vez que se lo hacía. No podía detenerme, con el relato en la mano, leía como podía, mi mano se fue hacia unos de mis pechos, empecé a jugar con ellos una y otra vez mientras seguía leyendo. Volví a tocar mi sexo sucesivamente, sin parar ni un momento, mis piernas se apoyaban sobre una mesita que tenía enfrente, ya estaba completamente abierta, mostrando mi sexo a Camilo. Introduje de nuevo uno de mis dedos dentro, empujando suavemente sobre mi y en dirección al ombligo, una y otra vez, jugaba con esa parte, metía y empujaba instintivamente e interiormente hacia mi, no entraba mucho, como cinco centímetros, pero era algo raro y nuevo lo que estaba encontrando, seguí así sin parar, cada vez más insistentemente
"Dios mio que placer", solo pude decir eso, el relato me cayó de las manos, no pude ni sostenerlo, había encontrado algo ahí que mis manos empezaron a temblar, con la otra mano me fui hacia mi pecho y lo cogí como cuando daba de mamar a mis hijos, empecé apretar y empujar sobre el pezón, mientras la otra mano seguía descubriendo el placer, miré para mi marido, él sabia que me estaba ocurriendo algo diferente, pues se puso loco de excitación y a menearse su polla como nunca lo había visto. Al verme así, apreté con fuerza mi pezón una y otra vez, mis dedos habían encontrado algo mullido y esponjoso en mi interior que me estaba volviendo loca, era algo en mi túnel vaginal que acogía a mis dedos, como un suave tejido. Mis dedos chapoteaban en la suavidad, lo cual me traspasaba, sentía como escalofríos que me recorrían entera, como rayos que partían de ese punto y se irradiaban por mi túnel, se propagaban por dentro, hacia mi culito y luego volvían a su origen. Mis ojos no podían abrirse, mis labios se apretaban, y entonces sucedió. Me llegó todo el placer del mundo, mi marido se empezó a correr como un loco observándome, mientras mi mano sobre el pezón apretaba tanto que creí que me saldría también una corrida por el mismo. Al mismo tiempo que dentro de mi surgió tal explosión que no sabía que pasaba exactamente, no sé como describir aquello, gritaba y jadeaba, mis piernas se encogían y estiraban, mis dedos seguían tocándome, quería sacarlos, pero a la vez meterlos más adentro, los dos dedos llenaban mi vagina, pero quería meter la mano entera, no sé el tiempo exacto que duró mi corrida, pero fue un lapso de placer desesperante. Observé a mi marido como me miraba en esos momentos, como su corrida salía de su polla una y otra vez, fluyendo su leche a golpes de su mano, mientras mi cuerpo se convulsionaba de placer.
Quedamos tirados cada uno sobre su sofá, yo muerta completamente de placer y él por lo que veía igualmente, observé el relato tirado en el suelo, lo recogí como pude y vi que por suerte, aún me faltaba por leer varios capítulos... (Lulú)


5 comentarios:

Anónimo dijo...

fantástico! me ha encantado y me he reconocido... Hay algunos relatos que te vuelven loquita...
besos

NydiaAntonia dijo...

que cool esas fotos!! De donde las sacas?

Anónimo dijo...

muy bueno, me dejó excitadísima, coincido con Maria

Anónimo dijo...

Me encantó, me fascinan los relatos históricos y este estuvo genial, me has dejado MUY excitada! necesito sexo NOW!!!

Anónimo dijo...

Fe de erratas: jaja no puedo creerlo, de lo excitada que estaba escribi "historicos"! jaja que horror, quize decir EROTICOS