martes, agosto 22, 2006

Un sueño cumplido


Cuando escuché que esa noche llegaban mis tíos, me emocioné. Vería a mi tía. Ella era una mujer absolutamente madura, cuarentona muy bien conservada, y se notaba que lo pasaba muy bien con mi tío, el hermano de mi madre. Es más, siempre en las conversaciones que escuchaba de mis padres, ellos comentaban que bien se veía mi tía, y que se notaba que su marido la mantenía bien. Mis padres se reían, dando a entender en su doble sentido, que el plano sexual era saludable. Pues bien, siempre que tenía ocasión de verla, a partir de mis 16 años, trataba de descubrir algo más, en su escote, en su falda, o imaginar sus calzones bajo sus jeans, en fin. Era de piel muy blanca, una cabellera trigueña, y de facciones muy atractivas. No era delgada, más bien rellenita, al estilo de esas mujeres maduras que abundan en los cuadros antiguos. Tenía una sonrisa muy agradable, y me trataba con mucho cariño. Cada vez que me veía me decía verdaderos piropos, como que grande estás sobrino, que alto, como has crecido, etc. Y yo pensaba, si tía, y vieras como me ha crecido también, como me gustaría mostrártela, tiita.

Y ahora la tendría de nuevo en mi casa. Llegaron cerca de la medianoche. Mis viejos les sirvieron unos tragos y algo para comer. Yo estaba con pijama, y cuando llegó ella, me saludó como siempre con un abrazo cariñoso. Pero esta vez, me atreví a estrecharla un poco más de lo usual. Mi verga también estaba un poco más consistente de lo habitual, así que procuré que la sintiera. Su cuerpo me estrechó y noté que mi herramienta se ubicó muy precisamente en medio de sus muslos, en el vértice que era mi sueño. Fue solo un par de segundos, pero mi verga se congratuló de estar allí. Ella sin duda lo sintió, pero no dijo nada, se separó y mirándome me dijo: está cada vez más grande mi niño… Sus palabras me estremecieron. Sus hermosos ojos me taladraron y sentí que me enamoraba.

La charla se desarrolló en base a cosas triviales, mientras yo me mantenía en un discreto lugar secundario, mirándola y soñando con cada línea de su cuerpo. Envidiaba a mi tío, que en un poco rato más se iría a dormir con ella. Y además en mi cama, que les debía ceder por esa noche. Sin duda, esa situación la disfrutaría más tarde, cuando ellos se fueran, y yo volviera a mi cama, imaginaría su cuerpo en mi lecho….ah, que paja me correría. Estaba hermosa, y la encontraba más sensual que nunca, de vez en cuando sus bellos ojos me miraban, y me derretía. Llegó la hora de acostarse. Mis tíos fueron a mi cuarto, y yo a dormir en la pieza de mi hermano. Que panorama… No podía dejar de pensar, mientras me disponía a dormir, en mi tía, metiéndose en mi cama, rozando mis sábanas con su piel suave. Y me imaginaba como luego estaría al lado de mi tío. Me levanté y golpeé a la puerta de mi cuarto. Pase, dijo mi tía, que efectivamente ya estaba en mi lecho. Pero aún sola, pues mi tío no volvía del baño. Permiso, tía, voy a buscar algo en mi ropero… le dije. Si pasa no más, me dijo ella, que cepillaba su pelo.

Abrí mi ropero, dándole la espalda a mi tía. Sentí que ella me miraba. Y lo confirmé mirando de reojo por el espejo del interior del ropero. Mientras se cepillaba, me miraba de arriba abajo. Su camisa de dormir se entreabría por un botón que no estaba abrochado, y se alcanzaba a ver la suave redondez de un pecho blanquísimo. Con esa sola visión, mi verga se puso dura. Bastaba eso para ponerme a mil y darme ganas de corrérmela. Ya tenía suficiente por esa noche. Sin embargo, me detuve más rato, haciendo como que buscaba algo. Ella me miraba, y se sonreía, con cierta malicia. No se si era mi imaginación, pero creí ver cierto atisbo de picardía en la forma que me miraba. Sobrino, venga para acá. Me dijo. Mi corazón se paralizó. Ssssi tía, ¿qué quiere? le dije, mientras me daba vuelta hacia ella. Siéntese aquí, dijo tocando con su palma el borde de mi cama. Me senté a su lado, y allí me di cuenta que mi verga levantaba groseramente mi pijama. Perdone, tía, balbuceé, tratando de ocultar lo imposible. Ja, ja, ja, sonrió suavemente mi tía. Mi sobrino grande, no seas tontito, si es natural que sientas cosas. Me dijo. Al fin estás en la pubertad, no? Si, pero…, es que..., me comportaba como un estúpido, no sabía articular palabra.
Ella me acarició la cabeza con una mano, mientras con la otra se cerraba su blusa. Hace varios meses que no nos veíamos ¿cierto?, me dijo. Y como has cambiado, si ya eres un hombre… Me sonrojé,. No estaba acostumbrado a conversar con chicas, y menos con una mujer madura, que era la mejor de mis fantasías. Mi verga no decrecía, era como si se mandara sola, independiente. Si, sobrino, me di cuenta cuando me abrazaste, pero ¿por qué te pusiste así?. No me dirás que es por mí, ¿no?... me preguntó, con una encantadora sonrisa. Quise decirle que si, que era por ella, que ella era mi sueño erótico juvenil, que tenía ganas de lanzarme sobre ella y darle lo que tantas veces hice en forma solitaria. Pero solamente la miré, tan tímido como siempre, con una sonrisa estúpida.
Mi niño, me dijo, abrazándome y apretándome contra su pecho. Mi cara se hundió en su hombro, respirando su exquisito aroma. La abracé inconscientemente, la apreté con mis brazos, soñando que estuviera desnuda. Fueron unos segundos felices, que mi verga agradeció soltando pequeñas gotas. Al fin y al cabo, era una situación nueva, muy cercana a mis sueños, allí los dos en mi cama… Me dieron ganas de besar su cuello, su oreja, que tenía tan cerca. Mi boca también actuó sola, mis labios besaron tímidamente su cuello. Ella no dijo ni hizo nada. Luego besé el lóbulo de su oreja. Mi respiración caliente, y entrecortada, me delató definitivamente. Sobrino, que lindo eres. ¿Por qué haces eso?, susurró levemente. Pero no me detuvo. Mi boca recorrió su cuello, hacia atrás, hacia su nuca, como siguiendo la ruta de su perfume. Levanté su cabellera, y sentí que ella se abandonaba. Un suspiro me indicó que algo pasaba. Sus brazos me atrajeron más hacia si. Mis manos recorrían su espalda, sin saber qué hacer. De pronto sentí una de sus manos en mi verga. Y acto seguido, meterse bajo mi pantalón y aferrarla. Su mano estaba caliente. Mi falo respondió con un respingo mayor, aumentando su vigor. Que sensación tremenda. Mi tía me agarraba la verga, tal como lo había soñado tantas veces.
Que grande está mi niño…, me dijo, dándome un masaje glorioso. Pero fue tan fugaz, como eterno. La soltó y se separó de mí. Bueno sobrino, que tengas buenas noches, dijo, al tiempo que me besó en la frente, y dándome un zamarrón en mi pelo, me despidió. Me levanté y me fui a mi cuarto, al tiempo que mi tío avanzaba por el pasillo, a su cuarto. Chao campeón, me dijo. Hasta mañana tío, le dije, lleno de envidia, pero feliz. Esa noche me hice la mejor corrida en mucho tiempo. No podía dejar de pensar en lo ocurrido. Mi verga tenía estampada la mano de mi tía, la sentía aún. Era extraordinaria la sensación. Y no pude dormir...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Maestro caballero tenia tiempo de no visitarlo, pero veo que su calidad va en aumento

felicidades...

Anónimo dijo...

Una visita fugaz pero muy intensa. ¿No ocurrió nada más con la tía después?
besos

Anónimo dijo...

Mi Caballero que bueno que te leo ya de nueva cuenta has estado muyy desaparecido y ya se te extraña
besitos

Caballero Audaz dijo...

gracias Netrusko, maria tu nombre me inquieta, y si,, pasaron muchas cosillas. Gracias marilu, no te hee leido nada nuevo tampoco....ya te visitaré

Willy dijo...

Interesante, quien no ha tenido alguna tía a quien ha visto mas allá en sus fantasías nocturnas... que solo en los lazos familiares.

Felicidades.