
Ahora que escribo esta historia, recuerdo la primera mañana en que nos amanecimos: nos encontramos los dos tumbados en su propio lecho matrimonial. Fui el primero en despertar, lo cual me permitió admirar, en medio de la penumbra, el escenario del fogoso encuentro. El cuerpo hermoso de mi tía, estaba tan cercano a mi, que podía admirar con detención cada línea de su figura. La noche había sido tan intensa, que mis ojos no habían alcanzado a detenerse en observarla. Ciertamente era hermosa, sus facciones de mujer madura, eran muy atractivas, sus labios, de carnosidad abundante, eran coronados por una hermosa nariz, cuyas aletillas pulsaban a cada respiración. Su cabellera trigueña, desordenada, rodeaba sus hombros de nácar, haciendo un hermoso marco a un par de pechos relativamente pequeños, pero turgentes y rematados por dos hermosos pezones, de suave color rosa pálido. Lucían juveniles. Mas abajo, su vientre albísimo, terminaba en un pequeño triángulo de vellos, perfectamente rasurado de manera que formaba un armonioso dintel a la entrada de su sexo. Yacía ahora, muy dormida y abandonada sobre la cama, de tal forma que uno de sus muslos se apoyaba casi sobre mis caderas, dejando entreabierta aquella maravillosa puerta. Me erguí ligeramente para observar mejor aquel delicioso rincón: sus rosados labios, entreabiertos, mostraban aún el brillo de una humedad reconcentrada, evidencia de la agitada noche que habían experimentado. Un tropel de imágenes febriles, acudió a mi mente. No podía convencerme de la lujuriosa experiencia, pero mi verga, a la luz de las primeras luces de la mañana y a la vista de tan preciado cuerpo, ya comenzaba a despertar, y sentía que pedía su desayuno. No quise pensar mas, y me levanté cuidadosamente, procurando no despertarla. En el cuarto de baño, me senté bajo la ducha tibia, y me dejé acariciar por el agua… mientras de modo natural, mis manos comenzaron a jugar con mi verga, estimulada por el chorro, que caía con fuerza sobre mi…Así no me di cuenta, que las suaves manos de mi tía reemplazaron las mías. Ella estaba allí, bajo el agua, frente a mi… jugando con sus diestras y hábiles manos, estimulando cada centímetro de mi arma. Nos besamos, largamente, ella hundiendo su lengua deliciosa en mi boca, paladeando cada beso… Abrí mis piernas, ella hizo lo mismo con las suyas, pasándolas. La abracé y besé en el cuello, mientras sentía como una de sus manos enderezaba mi verga enhiesta, apuntándola a la entrada de su puerta…. Sus labios inferiores, perfectamente entrenados, se abrieron de par en par, permitiendo que el pasajero avanzara con total libertad hacia la gloriosa profundidad de ella. Y así, en ese perfecto acople, empezamos un cadencioso ritmo. Se movía deliciosa, mi arma calzaba perfectamente en su cavidad, deslizándose en un roce arrebatador a lo largo de aquel acogedor túnel.-metelo, asi, asi…. Niño mio…. Me gusta assssi.. gemía, sin dejar de moverse con suavidad.
Sus ojos entornados por la pasión, me miraban fijamente…. Sus labios, entreabiertos, eran humedecidos por su lengua… su rostro entero estaba crispado por la excitación.
-Ahhh, me encanta… tu … verga, cariño…. Assssii, mas, maaasss, susurraba a mi oído, como me haces gozar, rico….
Cada palabra suya acrecentaba mi propio placer. Mi arma, endurecida, se agitaba en su interior, hurgando hasta el más recóndito rincón de su vagina, rescatando vibraciones y estremecimientos en cada embestida. Nuestras gargantas resonaron al mismo tiempo en un gemido brutal y portentoso: ambos acabábamos al unísono, en un torrente de líquidos, besos y caricias. El agua, que caía de lo alto, se encargó de diluir nuestros jugos, que huían de la vibrante fusión de nuestras carnes. Ahí estaba mi verga, hundida en la maravillosa abertura de ella, sin querer salir. Pero ella no estaba dispuesta a dejarme ir todavía, a lo cual por cierto no me opuse tampoco. Con su mano izquierda extrae mi verga y comienza a acariciarla con suavidad, recorriéndola completamente. Se sienta en la bañera, y sin soltar su juguete, me aproxima a ella. Coloco mi cuerpo sobre su regazo, ella pone una mano bajo mis nalgas, y así, con todo mi sexo ante si, como si dispusiera de un manjar gastronómico, me levanta un poco, y comienza su hermosa boca a besar cada centímetro de mi verga. Su lengua recorría desde la punta hasta el nacimiento de mis bolas…. Sus labios oprimían sabiamente cada parte sensible, me arrancaba gemidos de placer… -Tía, tía, es fabuloso, le decía, con mi voz entrecortada…Me tenía absolutamente a su merced, me abrazó por las caderas contra su vientre, y quedé casi en posición invertida, con mis piernas abiertas y mi pene altivo, frente a su rostro… y a su boca, su lengua…. Lo que siguió, me hace correr los jugos…. Aún ahora… que recuerdo.
Sus ojos entornados por la pasión, me miraban fijamente…. Sus labios, entreabiertos, eran humedecidos por su lengua… su rostro entero estaba crispado por la excitación.
-Ahhh, me encanta… tu … verga, cariño…. Assssii, mas, maaasss, susurraba a mi oído, como me haces gozar, rico….
Cada palabra suya acrecentaba mi propio placer. Mi arma, endurecida, se agitaba en su interior, hurgando hasta el más recóndito rincón de su vagina, rescatando vibraciones y estremecimientos en cada embestida. Nuestras gargantas resonaron al mismo tiempo en un gemido brutal y portentoso: ambos acabábamos al unísono, en un torrente de líquidos, besos y caricias. El agua, que caía de lo alto, se encargó de diluir nuestros jugos, que huían de la vibrante fusión de nuestras carnes. Ahí estaba mi verga, hundida en la maravillosa abertura de ella, sin querer salir. Pero ella no estaba dispuesta a dejarme ir todavía, a lo cual por cierto no me opuse tampoco. Con su mano izquierda extrae mi verga y comienza a acariciarla con suavidad, recorriéndola completamente. Se sienta en la bañera, y sin soltar su juguete, me aproxima a ella. Coloco mi cuerpo sobre su regazo, ella pone una mano bajo mis nalgas, y así, con todo mi sexo ante si, como si dispusiera de un manjar gastronómico, me levanta un poco, y comienza su hermosa boca a besar cada centímetro de mi verga. Su lengua recorría desde la punta hasta el nacimiento de mis bolas…. Sus labios oprimían sabiamente cada parte sensible, me arrancaba gemidos de placer… -Tía, tía, es fabuloso, le decía, con mi voz entrecortada…Me tenía absolutamente a su merced, me abrazó por las caderas contra su vientre, y quedé casi en posición invertida, con mis piernas abiertas y mi pene altivo, frente a su rostro… y a su boca, su lengua…. Lo que siguió, me hace correr los jugos…. Aún ahora… que recuerdo.
Primero, con su lengua caliente, saboreó cada rincón de mi intimidad, su boca se engullía mis bolas, aplicándoles besos y mamadas que me hacían ver estrellas, y luego su lengua, como una rosada criatura independiente, se dio a la tarea de conocer el agujero de mi trasero, de una forma que hasta ahora ninguna otra mujer ha sido capaz de repetir: lo hundía en mí, de una forma que yo ignoraba, su calor me excitaba de tal manera, que a cada irrupción, mi verga parecía crecer aún más…. Y a continuación, después de esos segundos eternos e inacabables, literalmente mi tía me comió la verga. Era increíble cómo la hundía en su garganta, aún no entiendo en que lugar se alojaba todo mi aparato: solo se que me corrí muy adentro y que ella tragaba y disfrutaba con cada chorro, como si fuera su proteína vital. Fui devorado por esa hembra, que parecía insaciable, y que jamás podría dejar, mientras tuviera energías, por supuesto…
Ahora que tengo frente a mi, una vez mas a mi tía, en sus aún esplendidos 62 años, bebiendo de mi leche, mientras se estremece con mis manos, la siento totalmente mía, para siempre, desde aquel lejano primer amanecer...
Ahora que tengo frente a mi, una vez mas a mi tía, en sus aún esplendidos 62 años, bebiendo de mi leche, mientras se estremece con mis manos, la siento totalmente mía, para siempre, desde aquel lejano primer amanecer...
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