miércoles, marzo 22, 2006

Asignatura pendiente (Cap. III)



Cuando Andrea llegó al campo, el jueves en la noche, su tío la estaba esperando. La llegada no estuvo exenta de problemas, unos cuantos caballos tapaban la pasada.
-Tío como vas a pasar; Le preguntó con tono de diversión, el la miró y se largó a reír.
- Ya se te olvidó como es vivir en el campo, bájate muchacha y ayúdame.
Sin dudar mucho, ella se bajó a ayudarle, estuvo muy simpático corretear a los caballos, que más parecían burros, por lo porfiados.
Al llegar ya había invitados a cenar, lo cual extrañó a Andrea.
- ¡pensé que estaríamos solos en familia! comentó.
-Se me había olvidado comentarte que invité a unos amigos, es una pareja de la escuela, tu sabes, recordando tiempos de juventud...
-Claro, no hay problema, repuso ella, aunque un poco desilusionada para sus adentros.
-Tío vamos a lavarnos, estamos sucios.
-No tenemos tiempo, te presento y luego te vas a lavar.
Apenas entró la joven, siguiendo a su tío, sintió algo helado en su nuca, como un estilete de hielo que de pronto le hincara su punta entre su cuello y su cerebro: ahí en plena sala, bebiendo un trago y compartiendo alegremente, estaba ¡el profesor de marras!, vestido perfectamente casual, limpio y muy ordenado, como solía estar, por lo demás. En cambio Andrea estaba sucia, desarreglada y con lodo por todo el cuerpo.
Esa no era la idea de un encuentro, de hecho no pensaba en ningún encuentro. Que plancha, ahora si tiene para reírse toda la semana.
-Vaya, vaya, vaya, no pensaba encontrarla aquí, señorita Morales, así que es la sobrina de mi amigo, cómo no lo saqué antes por el apellido….¡ exclamó Alonso, con un ademán de amabilidad y búsqueda de simpatía, quizá un poco forzada…, al tiempo que pensaba para sí: "Lo que es la vida, estaba demasiado ocupado tratando de pensar en como acercarme, y me cae justo donde yo la quiero tener, cerca para observar como es, pero no tanto como para poder tentarme…"
-Como está señorita Morales; disculpe, señora Morales, agregó con un dejo de ironía mal calculada.
-¿Ustedes se conocen? preguntaron los tíos y la invitada, de quien Andrea no se había percatado hasta ahora. Por un instante observó a la pareja de Alonso: "MMm, es muy bonita, se ve delicada, y tiene menos años que él…, deben tener muchas cosas en común. Demasiadas para mi gusto. Pero ese no es mi problema ¿o si? Quítate esas tonteras de la cabeza y aterriza, y contéstales a tus tíos que están esperando una respuesta…"
-No, si…, bueno es mi profesor de lenguaje, ¿cómo está usted señor Ortega?, disculpe que no le dé la mano, pero como verá no estoy muy presentable.
-En esta casa tendrán que tutearse; mi sobrina se llama Andrea y el es Alonso...
El profesor le tendió su mano aún sabiendo que se la iba a ensuciar, la joven ante ese gesto tan tierno y de una pequeña tregua también le tendió la suya. El solo hecho de tocarlo por primera vez le hizo sentir escalofríos por todo el cuerpo, su mano era acogedora y daba una seguridad que hace mucho tiempo no tenía. Por un breve lapso le retuvo la mano. Alonso debió darse cuenta de eso pues le apretó un poco más, como queriendo imprimir un sello especial a ese ademán social. Andrea lo miró, desde mucho tiempo, directamente a los ojos, percatándose que su mirada también era sostenida y profunda, y dotada de una chispa de picardía que la inquietó al instante. Inmediatamente soltó la mano de Alonso, excusándose con todos y dio media vuelta para subir las escaleras.
La muchacha no quiso demorarse en cambiar de ropa así que tomando lo primero que encontró, se vistió de prisa. Pese a la rapidez, los jeans ajustados y una holgada polera le sentaban muy bien, resaltando la belleza natural y fresca de sus 24 años, su pelo ordenado en un cadejo gracioso se balanceaba de lado a lado sobre sus hombros. Una mirada rápida al espejo de su habitación bastó para obtener la autorización y bajar a la cena.
No quería perderse ningún detalle de tan grande acontecimiento, por lo menos para ella era significativo, tener al profesor en sus terrenos era simplemente extraordinario, ni en sus sueños lo hubiera planeado mejor.
Al estar cerca de la mesa, él se levantó y le retiró la silla; gracias le dijo suavemente, y él respondió con un ademán sin importancia, como si estuviera acostumbrado a hacerlo.
En la siguiente media hora, y pese a proponérselo, Andrea no pudo probar bocado, su estómago no respondía a la deliciosa comida preparada por la tía. Sentía la mirada de Alonso, penetrante y descarada.
Estaba acompañado y no disimulaba para nada. Llegando al postre le preguntaron, hija porque no comes?
-no tengo mucho apetito, dijo, creo que ya es muy tarde y no acostumbro a comer a esta hora, tal vez un rato mas coma alguna fruta y nada mas… y pidiendo permiso se retiró.....
Salió a la terraza que daba a los establos. Le gustaba el olor a heno, que la transportaba a su niñez feliz. Disfrutando de esa sensación, entrecerraba sus ojos, como cuando jugaba de niña, dejando que la luz de la luna le bañara su rostro y entreabriendo tenuemente sus párpados, hasta que la claridad le cegara. El taconeo de unos pasos seguros le interrumpió....
-Vaya ,profesor que hace aquí afuera, lo hacía recordando viejos tiempos..
-No para nada, hay tiempo para eso....
-Tiene un cigarro para mí? le pidió Andrea.
-No, los dejé adentro, pero toma éste, lo acabo de encender, le dijo, ofreciéndole su cigarrillo, para que conozcas mis secretos...
-Tiene secretos profesor?
-Nada de profesor, aquí debes tutearme. Alonso, ese es mi nombre.
-Lo sé...
-Que más sabes?
-Sé que tiene mal carácter, no será siempre cierto?
-Que curioso, pensé lo mismo de ti...
-ja ja ja, así es, tengo un carácter muy difícil...
-Nada que no se pueda manejar, respondió él... -Por que no me muestras tus dominios… agregó.
-Esta bien; no te echarán de menos?, no vienes solo, recuerdas?
-No se me olvida, pero no creo que sea muy largo el recorrido, no?
Avanzaron por un ancho camino, bordeado de prados y arbustos redondos. El cantar de los grillos y un suave aroma de salvia y hierbabuena, hacían muy agradable el ambiente. La conversación era un poco insulsa, hasta que de pronto Alonso se detuvo.
-Pasa algo? le preguntó Andrea...
-Debo hacer algo, dijo Alonso y sin mayor advertencia, la abrazó y besó; fue un beso profundo y húmedo, sin vacilación, dos, cinco, diez segundos de unión.
Al undécimo segundo, Andrea recordó donde estaba y con quién...
Como te atreves!!! Le dijo, al tiempo que rebelándose y sacando fuerzas, le propinó una sonora bofetada...
-Eres increíble, le dijo con ira y muy azorada, mientras corría a la casa, a refugiarse más que nada.
Alonso la miró marchar, atónito por esa reacción, que no esperó.
Mientras Andrea se hundía en su lecho, como una mocosa, se repetía a sí misma: -En que estaba pensando, que pensará él de mí por dejarme besar, tonta, tonta, tu debes encontrar el momento apropiado, no él. Estaba enojada no con él, sino consigo por haber respondido. Sii, tonta, aunque debo decir que ese beso me derritió. Espero que no se haya dado cuenta.... exclamó al final, como en un susurro.
Alonso permaneció bajo la luna, respirando hondo y disfrutando, como se hace con un manjar, el sabor distinto de la boca recién besada. Se tocó su mejilla: "Vaya que pegas fuerte…" pensó. Le causó tal risa que en vez de sentirse avergonzado por lo sucedido, le gustó...
-"Que sensación, hubiese sabido que era así de agradable lo habría intentado antes. Voy a tener que encontrar la forma de disculparme, pero que no suene a disculpa si no más bien... a... ¡quiero otro beso!"

(continuará...)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmm vaya manera de empezar pero como dicen del odio al amor hay solo un paso.
besitos mi audaz caballero espeor lo de ayerte halla gustado

Turrexita dijo...

Mi primera vez por aquí, seguire visitandolo...

Interesante relato y buenas imagenes de los post anteriores..

Saludos