lunes, mayo 04, 2009

Macarena (un aporte de Ramses, un faraón part-time)


Tiempo atrás conocí a un muchacho llamado José, que estudiaba educación diferencial. Por mi forma de ser, la gente rápidamente me permite entrar a su intimidad, así que a pesar que él es varios años menor que yo, terminamos entablando una amistad bastante sincera...

Un día, para juntáramos y tomarnos unas cervezas arreglando el mundo, me pidió que lo pasara a buscar a una escuela de ciegos (la verdad es que no se si es la única), donde estaba realizando un trabajo con niños con déficit visual. Así que al llegar lo llamé por celular y él me dijo que volviera en una hora o lo esperara ya que se iba a demorar, y como no tenia donde ir decidí esperarlo.

Estaba tranquilo sentado en un rincón haciendo la hora hasta que llegara mi amigo, cuando de repente una chica viene directamente hacia mi guiada por su bastón. Yo rápidamente intento pararme para salirme de su camino, pero con tan mala suerte que resbalé y quedé desparramado en el suelo.

- Me rindo... me rindo...- digo entre risas intentando ponerme de pie.

Ella también rió con una risa clara y su voz produjo una sensación extraña en mi pecho lo que hizo que me detuviera.

- Ya me había dado cuenta que estabas ahí - dijo mientras se detenía frente a mi y plegaba su bastón.

En ese momento mire su cara y me di cuenta que era realmente hermosa.

Su tez era blanca, su nariz respingada y unas pequeñas pecas le daban un aire travieso.

Usaba un chaleco blanco ceñido y un pantalón de tela café oscuro que en conjunto realzaban sus curvas, que por lo demás no eran pocas. Lo que más me llamó la atención, es que no usaba lentes oscuros como los otros ciegos que había visto allí y sus ojos parecían normales excepto por que los mantenía fijos girando la cabeza completa cuando le hablaba.

- Eres Alex, ¿no? - y me dirigió una sonrisa que me hizo olvidar que todavía seguía en el suelo.

- Si, y si no lo fuera también diría que sí - dije cerrando un ojo... inútilmente.

“ Es difícil ser sutil con una chica ciega”, pensé, “mejor... así no caigo en tentaciones “

- "José me pidió que te acompañara mientras terminaba con los chicos – me dijo, mientras yo me levantaba, a la vez que promovía a José de la categoría de simple amigo a la de hermano carnal... y mas allá....

- ¿Cuál es tu nombre? - dije mientras tomaba mi bolsón y me lo colgaba del hombro.

- Macarena -

Hasta su nombre era perfecto... y para mi sorpresa en ese momento no me importo que fuera ciega, ya ni siquiera me parecía un defecto...

Ella empezó a desplegar su bastón y yo sin pensarlo dije:

- ¡No!, tomate de mi brazo mejor.

- Gracias, puedo sola... - dijo cortante y pensé rápidamente la manera de salir del embrollo

- Pero yo no, con lo tonto que ando capaz que me pierda - y sonreí - ¡plis! - agregué con voz de niño al darme cuenta que no servían las sonrisas coquetas

Al parecer mi tono bastó, porque ella sonrió y extendió su mano hacia mi buscando mi brazo y yo rápidamente la tome para guiarla.

Su piel era suave y el contacto de su mano en la mía se me antojo demasiado agradable. Así que para prolongar este contacto dije sin soltarla

- En realidad no sé cómo hacerlo, tendrás que enseñarme -

- Pon mi mano en tu codo y me tomare de tu brazo - mientras decía esto una de sus manos se posó en mi cara y empezó a pasar la punta de sus dedos por mi rostro como si de una caricia se tratara.

- Permiso... - dijo con una sonrisa

- Ya lo estás haciendo así que sigue - y guié su otra mano hacia mi boca para demostrarle que estaba sonriendo.

Cuando termino se aferró a mi brazo y comenzamos a caminar hasta una banca en el patio interior de la escuela. Conversamos todo el rato y aproveché para preguntarle que relación tenía con José y me dijo que solo eran amigos. Al rato llego mi socio con ganas de tomarse las chelas así que se acabo todo.

Cuando nos estábamos despidiendo, pregunte a Macarena si podía pasarla a buscar algún día para seguir conversando y ella accedió, yo no cabía en mí y (medio atontado por la emoción) me despedí de ella con un beso en la mejilla.

Cuando íbamos saliendo mi amigo me abraza y me dice -Ella es como mi hermana, si le haces daño... te mato - y después se larga a reír como para alivianar la amenaza.

Así que con Macarena quedamos primero un día después dos y después prácticamente nos veíamos todos los días.

Ella había perdido la visión ya siendo una niña, por culpa de un tumor que a pesar de ser benigno era hasta el momento inoperable, por lo que conocía los colores y las formas. Así que parte de nuestro tiempo me dedicaba a leerle novelas y algunos poemas sentados en el pasto de algún parque sabiendo que su imaginación lograba transportarla a esos lugares como si los viera.

La verdad es que nunca había conocido a alguien como ella y aún ahora los recuerdos de aquellos días me llenan de una nostalgia que me es difícil expresar con palabras. A mi mente llega el recuerdo de un día en especial, llevábamos saliendo algo mas de un mes, y yo no me había atrevido a pasar más allá de un beso y algunos roces "casuales" a su anatomía, ya que hasta ahora nos habíamos juntado solo en lugares públicos. Ese día mi vieja se había ido de vacaciones y mi hermano no iba a llegar, así que prepare una cena en mi departamento como sorpresa y la invité con la condición que yo mismo la iría a buscar y a dejar a su casa cuando termináramos.

Cuando llegue a la puerta de su casa se veía esplendida, se había puesto una faldita plisada cortita y una blusa blanca que trasparentaba su busto cubierto por un sostén de encaje blanco. Subimos al auto y ella se arrimo a mi brazo todo el camino permitiéndome sentir su cuerpo como pocas veces me había atrevido. Después de comer y con una copa de vino nos sentamos en el sillón junto a la ventana. Puse una luz tenue para sentirme en ambiente y una música suave, y cuando me senté ella volvió a arrimar su cuerpo al mío y con la punta de sus dedos comenzó a acariciar mi cara como la primera vez que nos vimos.

- Me gusta tu cara de niño chico... - y cuando yo iba a empezar a protestar diciendo que tenía más de 25 y que de cabro chico me quedaba poco, ella cerró mis labios con un beso.

Su boca parecía hecha de miel y sus besos parecían transportarme a otro mundo. Mis manos por instinto comenzaron a recorrer su cuerpo por encima de su blusa. Sin dejar de besarme, los dedos de Macarena comenzaron a abrir mi camisa y a recorrer mi pecho. Sus caricias eran tan delicadas y su piel tan suave que me producía un cosquilleo, además sus manos recorrían uno a uno mis músculos y me di cuenta que además de las caricias estaba memorizando mi cuerpo.

- Cuando me enseñarás a hacer eso... - dije casi sin pensar

- Hacer que - dijo extrañada

- Recorrer así mi piel, da la impresión que te estás grabando cada centímetro... y eso me gusta... -

- Si... quiero recordarte siempre - dijo con una risita y siguió con su trabajo

Ya que estábamos en esa, puse mis manos en su rodilla y lentamente comencé a recorrer el camino de sus muslos debajo de su falda. Ella me dejo hacer y cuando iba a llegar a su sexo, ella cambio de posición y comenzó a besar mi pecho dejando mis manos demasiado lejos para terminar mi recorrido por sus muslos. Así que empecé a abrir la blusa de Macarena mientras rozaba la piel expuesta de sus pechos con las puntas de mis dedos imitando la forma como ella lo había hecho en mi piel.

- No me has mostrado tu pieza - dijo al fin cerrándose un poco la blusa

- No me lo habías pedido - dije mientras la tomaba de la mano y la conducía lo mejor posible por el pasillo.

La dejé que recorriera mi habitación hasta sentirse a gusto, mientras yo eliminaba todos los obstáculos que se me habían pasado del orden al que había sometido mi pieza. Realmente ella se veía hermosa recorriéndola y memorizándola, con su blusa abierta y su faldita meciéndose al son de sus pasos.

Cada vez que me agachaba a recoger algo, la vista sublime de sus piernas y sus glúteos blancos como la nieve me subyugaba. Ella, de alguna extraña forma pareció en un momento darse cuenta de lo que estaba haciendo por que se sentó en mi cama mientras decía - Ya... Mucho... ven acá para hacerte un poquito de cariño... - su expresión era picara y eso me provocó que mi libido se encendiera.

Comenzamos a besarnos otra vez y ella saco la parte de arriba de mi camisa.

- Déjame tocar tu espalda - dijo y yo me estire en la cama bocabajo

Ella comenzó a recorrer suavemente la piel de mis hombros con sus dedos produciéndome una sensación extraña pero agradable, y yo para darle espacio desate mi cinturón. Realmente no sé cómo, pero en un momento me di cuenta que estaba en slip y ella se montó a horcajadas en mi espalda, dedicándose a recorrer mi cuerpo con sus labios, sus pechos desnudos y su vientre. La sensación era indescriptible ya que estaba ocupando todo su cuerpo en sus caricias y podía notar el delicado roce de su sexo en mi espalda a través de la delicada tela de su calzoncito. Mi cerebro parecía que iba a colapsar de tantas sensaciones nuevas y perdí otra vez la noción del tiempo... o mejor dicho no deseaba que este pasara...

De repente algo me saco del paraíso.

- Quiero que conozcas mi mundo - dijo deteniéndose abruptamente

- ¿Ahora? - mi voz sonó decepcionada

- Vamos, no creo que te arrepientas... tráeme un pañuelo y apaga las luces -

Con extrañeza busque un pañuelo y después apague la luz.

- Todas - me dijo así que salí y apague todas las luces dejando el departamento completo en una total oscuridad. También cerré las cortinas de la habitación para evitar que se colara la luz de los faroles. Ella se levantó de la cama y comenzó a hacer algo que no podría precisar, salió de la habitación y volvió al rato.

- Ven acá - me dijo y yo me senté a tientas otra vez en la cama ya que mis ojos no se acostumbraban a la oscuridad todavía.

Macarena me colocó el pañuelo a modo de venda, cuidando de mantener mis oídos libres y se alejó un poco de mi.

- No había mucho pero algo encontré - dijo y apoyo mi cabeza en su regazo. Mis manos comenzaron a acariciarla y para mi sorpresa me di cuenta que se encontraba desnuda.

- Tranquilo... déjame a mi - y separó mis manos de su cuerpo

Acerco un pecho a mi cara y lentamente empezó a jugar con la punta de su pezón sobre mi rostro. De inmediato una erección abulto mi slip, y no sé bien como, pero ella pareció notarlo

- ¿sientes algo? - dijo

- se siente rico..... - al decir yo eso se retiro y comenzó a pasar un objeto redondo y algo áspero por mi cara.

Un fuerte olor a naranja inundo mis fosas nasales y la textura rugosa de la cáscara comenzó a hacer cosquillas en mi nariz

- ¿Y eso? - dije extrañado

- también se siente rico ¿no? -

- No es lo mismo - realmente estaba extrañado

- ¿por qué?... ¿cuál es la diferencia? - su voz me pareció similar a la que usaba mi profesora de básica cuando me tomaba la lección...En todo caso eso también contribuyó a mi calentura.

- Porque es rugoso y huele a naranja... en cambio tu piel es suave y... - y en ese momento comprendí... no había puesto atención a que olía su piel, ni tampoco a que sabia...

- Déjame ver a que huelen tus pechos -

Me levanté y tanteando llegue a ellos. Los pechos de Macarena tenían un olor dulce y sutil, mezcla del aroma de su piel y el delicado perfume que ella usaba. Saque mi lengua y con mucha suavidad probé el sabor salado de la piel de sus pezones dándome cuenta de cada sutil diferencia. Cada vez que encontraba algo distinto iba comentando uno a uno mis descubrimientos en su oído con una voz suave y vibrante. Me sorprendía la facilidad con que se formó en mi mente una imagen cada vez mas detallada de cada parte por la que pasaba con mis labios, pero a esta imagen estaba superpuesta con olores y sabores lo que hacía que el cuerpo de Macarena pareciera escapar a las tres dimensiones que normalmente estamos acostumbrados, produciéndome una sensación de vértigo.

Cuando iba por su vientre el olor de su piel cambió drásticamente y el sabor salado se incrementó, hace rato que Macarena daba pequeños gemidos, especialmente cuando me acercaba a su cuello para comunicarle mis descubrimientos. El nuevo aroma de su piel era agradable y despertó una parte de mi cerebro que no creí tener. De pronto me sentí increíblemente excitado pero como no deseaba que esto acabara, solo me contenté con recorrer con la punta de mis dedos el camino hasta su sexo para tocarla un poco. No me sorprendió en nada comprobar que estaba mojada y el contacto de mis manos en esa zona produjo un estremecimiento en todo el resto de su ser.

- Muéstrame tu espalda - dije y ella se puso boca abajo

Con mucho cuidado comencé a morder su oreja y respirar en su cuello. Con mis labios rocé la piel de sus hombros para luego seguir lentamente por su espalda a través de su columna vertebral. Macarena comenzó a revolverse emitiendo pequeños grititos pero yo no presté atención, deseaba recorrer cada centímetro de su cuerpo así que sin prisa barrí su espalda y sus caderas mientras con mis manos acariciaba su vulva.

De repente ella se dio vuelta y dijo desesperada

- Basta, Alex... - algo me dijo que no estaba del todo bien y toqué su rostro... Este estaba húmedo, y eso me extrañó...

Saque el pañuelo de mis ojos y la vi en la penumbra. Se veía maravillosa con su carita triste y sus ojos fijos de muñeca.

Extendió sus manos buscando mi cara y yo las agarré en el aire y las besé con ternura, luego seguí por sus brazos y salté a su boca húmeda y dulce.

Con el movimiento del beso la deposité dulcemente en la cama y comencé a recorrer con mis manos su cuerpo sin dejar de besarla.

Aquel olor sutil volvió a su piel, así que comencé a bajar con mis labios por su cuello, sus pechos, su vientre y su sexo...

Cerré los ojos y hundí mi cabeza entre sus piernas. Mis labios parecían tener vida propia y por primera vez me atreví a embriagarme con el olor a hembra directamente de su fuente. Para mi sorpresa no encontré ningún olor desagradable, es más, en aquel momento mi libido se disparó y comencé inconsciente a recorrer todos sus recovecos con mis labios y mi lengua.... Macarena se revolvía como intentando separarme y por otro lado me enterraba con sus manos profundamente en su ser mientras gemía.

Un orgasmo descomunal se apoderó de su cuerpo y cuando todo acabó me agarró del pelo y sin importarle nada me plantó un beso con desesperación tumbándome de espaldas. Apenas tuve tiempo de colocarme el condón cuándo ella se enterró violentamente en mi miembro y empezó a moverse furiosamente mientras gemía. Sus pechos se bamboleaban con un compás frenético y yo apenas conseguía mantener su ritmo. El segundo orgasmo fue cosa de segundos y este fue tan terrible e intenso como el anterior.

Yo pensaba que había tenido suficiente pero ella se siguió moviendo... Y esta vez fue diferente, la cadencia de sus caderas cambió y puso una de sus manos en mi rostro suavemente, mientras con la otra se apoyaba en mi vientre. Yo puse mis manos en sus pechos y ella aprovechó este apoyo extra para acelerar el ritmo de sus caderas y agregarle un movimiento circular.

El movimiento me empezó a volver loco y ella al notarlo, lo aceleró lo más que pudo. Al parecer ella estaba esperando mi éxtasis porque inmediatamente comenzó a gemir y a restregarse cada vez más. La expresión de su cara cambió y en ese momento me perdí en el placer de mi orgasmo mientras sentía como ella alcanzaba el placer por tercera vez.

Ella cayó rendida en mis brazos y lentamente comenzó a sollozar de nuevo...

Una vez más besé sus labios intentando disipar sus fantasmas, pero ella me separó.

- Me voy a operar fuera de Chile - dijo sin que yo comprendiera bien a qué se refería.

- Estaré aquí esperándote... -

La verdad es que después de tamaña noche me sentía capaz de cualquier cosa por ella... No sé si realmente estaba enamorado pero si sentía un poco de miedo al pensar que podía perderla.

- No voy a volver... lo decidimos con mi familia...

Ante esa noticia no supe realmente que contestar así que preferí callar...

- Me tengo que ir - dijo ella mientras tanteaba en busca del lugar donde había dejado ordenada su ropa.

- No voy a dejar que esta noche termine así... - dije y mientras me ponía en su camino y colocaba sus manos en mi cara para que notara mi expresión.

- Que te vayas es inevitable... pero déjame intentar convencerte que regreses - y sonreí pícaramente con su mano aún en mi rostro.

Luego le di un beso largo y tierno... y la guié al baño.

Macarena se fue de mi vida un par de meses después, para no regresar jamás....

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