lunes, septiembre 12, 2005

El jardin de las delicias (cap. VIII)


Aquella zona era increíblemente sensible en ella. Podía experimentar el más profundo de los placeres sólo al sentir allí el aliento de un hombre.... y no digamos si eran sus labios los que lo marcaban, ejerciendo una ligera presión al principio para ir ganando intensidad a medida que el ambiente se caldeaba un poco más.
El hombre posó su mano sobre el escote de Sofía y fue ascendiendo hacia su barbilla, girándole la cabeza hacia la derecha a fin de contemplar su rostro y aproximar sus labios a los de ella. Todo muy suave, disfrutando de cada segundo. El erotismo que desprendían ambos en ese momento merecía disfrutarlo con tiempo...
Necesitaba sentir sus labios... la espera la estaba volviendo loca. Estaba totalmente a su merced, él lo sabía, y seguía retrasando el momento. “Vamos, vamos, vamos...hazlo…”. Pero Camilo se recreaba en su cuello, en su mandíbula, en sus mejillas y sus pómulos... Sofía se separó un poco y lo miró a los ojos... “Bésame... ya”. Él, lejos de obedecer, la tomó de la mano y la puso en pié. Se colocó frente a ella, rodeando su cintura con el brazo izquierdo y acariciando su rostro con la mano derecha, bajándola después por su cuello y su escote, hasta su pecho... Desabrochó dos botones del pijama que la cubría y se inclinó a su pecho, besándolo y lamiendo las curvas sensuales e increíblemente excitadas de Sofía.
Pero ella ya no podía más... necesitaba sentir sus labios, probar su sabor... fundir su boca con la suya... Así que le tomó de la mejilla y levantó su cara. Sofía, anteriormente indefensa, casi asustada, había transformado su mirada dulce en una mirada de arrebatadora pasión y lujuria. Le miraba casi desafiante, y le susurró al oído... “Déjame a mí”...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Caliente, caliente, me gusta tu estilo, estoy esperando a donde va todo esto...