jueves, septiembre 01, 2005

El jardín de las delicias


Le había estado observando toda la noche, desde que entró al local. Vestido de negro, informal, con un sweater de cuello alto que enmarcaba perfectamente su rostro, un rostro maduro, lleno de luz... y de misterio. Sus ojos oscuros, su pelo entrecano, ligeramente largo y ondulado... Y esa actitud despreocupada de quien no le importa demasiado lo que puedan opinar de él. No miró a su alrededor, se limitó a ocupar la mesa que le señaló el camarero y estudiar el menú con una asombrosa naturalidad... Estaba claro que no era la primera vez que iba a aquel restaurante. E increíblemente, ella, asidua a aquel lugar, nunca se había percatado de su presencia.
Increíblemente...
Sofía charlaba animadamente con sus compañeras de cena hasta que lo vio aparecer. Desde aquel momento no pudo resistirse a levantar la vista de vez en cuando, buscando sus ojos, intentando descubrir algo más de aquel extraño que, sin decir ni hacer nada especial, había captado toda su atención.
Él cenaba pausadamente, disfrutando de cada bocado, recreándose en cada sabor y cada textura. Aquello a Sofía le resultó excepcionalmente erótico. Y no pudo evitar dejar que su mano se deslizara sensualmente por la copa de vino que tenía junto a su plato, y que se llevaba a los labios muy despacio, como quien lo hace deseando ser mirado y provocar el interés de quien le mira. Pero él no lo hacía, no la miraba. No miraba a ningún sitio. Estaba absorto en su mundo, pensando en quién sabe qué... o quién. Sí, eso debía ser... “tal capacidad de abstracción sólo podía provocarlo otra persona”, pensó ella.
Pasaban los minutos y Sofía cada vez atendía menos a la conversación que se había formado a su alrededor. El restaurante se había quedado vacío para ella. Sólo él... Por un momento le pareció increíblemente infantil quedarse absolutamente enganchada a la presencia de un extraño. Pero no podía evitarlo. Aquellos ojos... y aquella actitud, aparentemente tan estudiada pero tan natural al mismo tiempo...
“Sofía, vamos al baño un momento...” y se quedó sola en la mesa. No la importó. Hacía rato que estaba sola en aquella mesa... por decisión propia.
Entonces, una mirada. Él levantó la cabeza, y sus ojos, por primera vez en toda la noche, se posaron en los de Sofía. Y no pudo evitar ruborizarse al sentirse descubierta. Pero no retiró la mirada. La mantuvo firme, pero cordial. Interesada, curiosa... sensual. Y unos segundos después, al bajar la vista, no pudo evitar que una sonrisa asomara en sus labios. Una sonrisa triunfal, de satisfacción.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

I found your blog interesting and you’ve given me a few good ideas! Give my website a glance of your time if you could. It’s basically about things from Wholesale Sony Laptop to a multitude of notebook computer topics.

Anónimo dijo...

Realmente eres un audaz, y muy creativo. Me ha cautivado tu historia. Continuará? Ojalá que si, pues parece prometedora. Me interpreta y me hace recordar una anécdota (y vaya qué anécdota) parecida, que viví hace mucho tiempo, en Madrid... no serás tu, mi caballero audaz?

Anónimo dijo...

Ahh, tu escribes?
No te conocìa esa faceta.
Me parece interesante que tu lo hagas.Espero que màs adelante sea màs atrevida y sensual la historia.
al leer,me traspasas al momento que se està viviendo.
Eres genial,te felicito!!!!!!
Chau.........