viernes, octubre 28, 2005

La Discoteca (cap.II)


Estando así ocupada, vi a Carlos sentado en la mesa de al lado nuestro. No le había visto llegar y por lo tanto no sabía el tiempo que llevaba ahí, pero por la cara de excitación que tenía, supuse que había presenciado cómo Juan y yo nos besábamos y acariciamos. Continué con mi juego, ya presa de mi ardor, sabiendo que no me podía ya detener. Mi marido tenía mis calzones en su bolsillo, con lo cual, cuando veía las manos de Juan meterse por debajo de mi cortísima minifalda, sabía lo que me tocaba. Y más aún, sabía exactamente en qué condiciones de humedad y calor se encontraba mi chochito....
Juan, ajeno a mis miradas, continuaba con sus besos y caricias en mi coño, me hizo sentir dos dedos muy intrusos, penetrando en el mismo, lo que hizo que comenzara a correrme muy suavemente. Mis manos no pudieron abstenerse, muy apremiada le saqué sin mucha delicadeza la polla del pantalón y comencé a jugar con su virilidad. Me detuve antes de que se corriera y le dije que saliéramos a bailar. En la pista continuamos besándonos y tocándonos. Juan, al poco rato, me propuso ir a su casa, a lo que le respondí. " De acuerdo, pero esta noche me apetece follar con dos a la vez…", él enseguida me respondió que podía venir alguno de los amigos con los que estaba, a lo que le dije que no, que era yo quien elegiría a nuestro compañero de esa noche. Mientras seguíamos bailando, al cabo de un rato le dije:
"Ya he elegido a nuestro compañero, me apetece hacerlo con el que está sentado en la mesa de al lado de la nuestra, propónselo, a ver si acepta".
Juan se dirigió hacia mi marido, sin saber que cumplía la otra parte de mi audaz planificación, sentándose en su mesa mientras yo hacía lo propio en la nuestra.
Al cabo de un poco de tiempo de hablar los dos, se levantaron y vinieron a sentarse en mi mesa.
Juan, muy formalmente, me presentó a mi marido, al cual le dije que me apetecía bailar un poco con él antes de nada.
Bailando le pregunté qué le parecía la idea que había tenido, contestándome que estupenda, que estaba a mil por hora de caliente. Continuamos bailando un poco, besándonos y metiéndonos mano. Carlos de inmediato bajó a ratificar mi estado con sus dedos, y sabiendo que dos dedos ya no son suficientes para mi túnel, irrumpió con tres, dilatando mi vulva, que elásticamente los acogió, caliente.
Cuando terminamos de bailar, fuimos a la mesa y después de terminar nuestras copas, nos fuimos los tres a casa de Juan, en su coche.
En el viaje, mi marido y yo nos sentamos en la parte de atrás mientras Juan conducía. En cuanto arrancamos, me incliné sobre mi marido, sacándole la verga del pantalón y metiéndomela sin remilgos en la boca. Mientras se la chupaba, Carlos me acariciaba el coño, metiéndome una vez más sus dedos. Antes de corrernos, me levanté y sentándome encima me introduje toda su dureza erecta en el coño, la que entró con toda facilidad, lo que no es de extrañar, pues estaba empapada de los jugos que llevaba rato soltando. Mientras me follaba a mi marido, él me abrió la camisa, dejando mis pechos al aire y comenzó a chuparme un pezón, mientras una mano me acariciaba el otro. Me corrí enseguida, dejándome caer sobre el pecho de mi marido.
Cuando Juan nos avisó que habíamos llegado, me abroché la camisa y los tres nos metimos en su casa. En el ascensor, aprovecharon para acariciarme los dos, el poco tiempo que estuvimos en él, aumentando mi calentura hasta límites altísimos.
Entramos en la casa, nos sentamos en el salón y Juan nos preguntó qué queríamos beber, sirviéndonos, a continuación, lo que cada uno había pedido.
Me levanté y empecé a hacerles a los dos un strip tease. Todo lo que había imaginado en el día se cumplía totalmente, lo que me excitaba tremendamente. Lentamente me desabroché la camisa, dejando que entrevieran mis pechos sin destaparlos del todo, luego muy lentamente dejé caer la camisa al suelo, quedándome únicamente con la minifalda. A continuación me incliné, dándoles la espalda, con lo que les dejé ver mi sexo, entreabriéndolo con mis dedos y jugando a que se excitaran con lo abierto y húmedo que estaba. Después incorporándome dejé caer la minifalda hasta el suelo apareciendo ante ellos completamente desnuda. Ellos estaban ya desnudos, pues mientras hacía el strip tease se habían quitado la ropa, mostrando la disposición erecta de sus miembros, que apuntaban a mi sexo, como leones hambrientos, prestos a saltar sobre su víctima.

2 comentarios:

| S - dijo...

si leo su "blogs" a menudo, puedo mejorar mi comprensión española... excelente

Roberto Iza Valdés dijo...
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