
Esperamos unos segundos y entreabrimos la puerta y vimos que el tipo estaba de pie en el centro del lugar. Cuando se dio la vuelta sus ojos vieron a la mujer imponente, que se alzaba el vestido, desnudando sus piernas, mirándole fijamente el miembro erguido que apuntaba al techo. Ella sonrió y sin dejar de mirarlo comenzó a bajarse los tirantes del vestido, desnudando unos pechos redondos y rotundos cubiertos por un sujetador rosa a juego con las bragas que había mostrado antes. Pude ver como la polla del tío se iba tensando cada vez más sin que éste pudiera apartar la mirada de ella. La morena se dirigió a uno de los compartimentos. Sin cerrar la puerta y con la mirada fija en el tío se levantó el vestido y metiéndose una mano bajo las medias y las bragas comenzó a masturbarse. Se sentó encima de una taza sin dejar de tocarse. El hombre se acercó y poniéndole la polla ante la cara comenzó a pajearse con furia. Era increíble pero parecía que ella emanaba una fuerza tal que lo tenía hipnotizado y hacía exactamente lo que ella deseaba. Entonces miró hacia la puerta entreabierta, mordiéndose el labio inferior, haciendo que casi nos derritiéramos. Nos acercamos, y con dificultad mi marido entró en el compartimento con ellos. Ella susurró que cerrara la puerta mientras sus manos se dirigieron a su espalda para desabrochar el sostén. Sus tetas dieron la impresión de crecer. Tenía unos pezones oscuros y pequeños, erizados, que acarició con suavidad mientras le decía a Carlos: sácate la polla. Lo hizo. El cuadro era fenomenal, ella sentada, con las dos pollas apuntando a su carita excitada. Ella las cogió con las manos pegándolas una contra la otra, frotando los glandes contra sus mejillas. El hombre tenía una polla pequeña pero gruesa, con un capullo más gordo todavía, imaginé su textura caliente y viscosa por la excitación, y ví el pene de mi marido sensibilizado al máximo, mientras veía los pechos de ella bambolearse. Acercó su lengua y empezó a lamer los capullos humedeciéndolos con su saliva. Unió todo lo que pudo ambas pollas y se las metió en la boca. El otro tío no pudo aguantar y se retiró como para correrse. Entonces ella atrajo un poco más a Carlos y se metió su polla en la boca, chupando con intensidad mientras volvía a masturbarse por debajo de la ropa. Yo empecé a tocar mis pechos, excitada con el cuadro, y con ganas de integrarme al trío.
Como pude entré y llevé una mano hacia la polla del hombre, tomándola y pajeándole mientras ella succionaba el capullo de mi marido. El gimió y empezó a correrse. Pude ver como el semen caliente resbalaba por la comisura de los rojos labios de ella, pringándole la mano. Cuando empezó a ablandarse le apartó y tomó el pene que yo tenía e introduciéndoselo en la boca repitió la tarea. Sentí que no había tragado la leche de Carlos, de manera que completé la labor. Mi lengua frotaba su glande rápidamente, y pronto el semen comenzó a escaparse de mi boca, resbalando por mi cuello hasta mis pechos. Ella se masturbaba salvajemente, empezando a gemir con la verga de su hombre en su boca, aumentando mis sensaciones. Yo pensé que se estaba corriendo y no pude contenerme, mis jugos corrían por entre mis piernas. El semen de mi marido salió a borbotones, llenando mi boca. Ella la sacó y los chorros saltaron hacia su cara y sus tetas. Cuando recobré el aliento, me di cuenta que el otro tío seguía pegado a nosotros mirando con cara de alucinado. Ella, sin decir nada, se levantó y se limpió con papel higiénico. Se vistió y salió con toda la tranquilidad del mundo, sin mirar a nadie, y se dirigió al baño de tías. Cuando salió, totalmente arreglada, se acercó a nosotros, que estábamos en el pasillo. Observé que llevaba algo en la mano que ofrecía a Carlos con una sonrisa. Eran sus braguitas que noté húmedas cuando las cogí. Entró a la sala, y el hombre la siguió. El paró mirándome fijamente, sin decir nada. Volvimos también a la sala, y nos sentamos en otra parte, sin decir nada. Al fin vimos la película, con mi marido sin que comentáramos el encuentro, durante el resto de la velada. Yo no pude dejar de pensar que el episodio era uno más en mi búsqueda, a estas alturas casi obsesiva, del placer total.
Como pude entré y llevé una mano hacia la polla del hombre, tomándola y pajeándole mientras ella succionaba el capullo de mi marido. El gimió y empezó a correrse. Pude ver como el semen caliente resbalaba por la comisura de los rojos labios de ella, pringándole la mano. Cuando empezó a ablandarse le apartó y tomó el pene que yo tenía e introduciéndoselo en la boca repitió la tarea. Sentí que no había tragado la leche de Carlos, de manera que completé la labor. Mi lengua frotaba su glande rápidamente, y pronto el semen comenzó a escaparse de mi boca, resbalando por mi cuello hasta mis pechos. Ella se masturbaba salvajemente, empezando a gemir con la verga de su hombre en su boca, aumentando mis sensaciones. Yo pensé que se estaba corriendo y no pude contenerme, mis jugos corrían por entre mis piernas. El semen de mi marido salió a borbotones, llenando mi boca. Ella la sacó y los chorros saltaron hacia su cara y sus tetas. Cuando recobré el aliento, me di cuenta que el otro tío seguía pegado a nosotros mirando con cara de alucinado. Ella, sin decir nada, se levantó y se limpió con papel higiénico. Se vistió y salió con toda la tranquilidad del mundo, sin mirar a nadie, y se dirigió al baño de tías. Cuando salió, totalmente arreglada, se acercó a nosotros, que estábamos en el pasillo. Observé que llevaba algo en la mano que ofrecía a Carlos con una sonrisa. Eran sus braguitas que noté húmedas cuando las cogí. Entró a la sala, y el hombre la siguió. El paró mirándome fijamente, sin decir nada. Volvimos también a la sala, y nos sentamos en otra parte, sin decir nada. Al fin vimos la película, con mi marido sin que comentáramos el encuentro, durante el resto de la velada. Yo no pude dejar de pensar que el episodio era uno más en mi búsqueda, a estas alturas casi obsesiva, del placer total.
1 comentario:
Pues buen camino en busca del placer... uff... que buenas mamadas las de la historia...
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