jueves, febrero 09, 2006

La ley ante todo (Cap. I)



Recibí el llamado cerca del mediodía. Se trataba de la cónyuge de un atribulado empresario, que requería la asesorara en el planteamiento de una demanda de indemnización por perjuicios. Le indiqué que podía recibirla cerca de la 5 de la tarde del mismo día, pero ella me señaló que prefería más tarde, por tener que realizar ciertos trámites antes de la cita. Acordamos que la recibiría después de las siete de la tarde, haciendo una excepción pues en ese horario mi oficina normalmente ya no atendía, al retirarse el personal de servicio.
A la hora indicada, tocaron a la puerta. Abrí y debo confesar que apenas contuve una exclamación. Me sonreía y me tendía su mano, saludándome, una estupenda, extraordinaria, colosal mujer. Tendría una estatura de 1,75 metros, pero que gracias a sus tacones, alcanzaba unos 10 centímetros más. Me sentí un enano, con mi estatura de 1,65. Estreché su mano cálida, y la piel de la mía se apegó a la de ella con delicia. ¡Que agradable manera de saludar tiene esta mujer!, pensé. Ella hizo un pequeño desplazamiento y se acercó a mí, de tal manera que puso su mejilla cerca de mi rostro, invitándome a besarla. En fracciones de segundo pensé en mis fantasías eróticas juveniles, aquellas en que soñaba haciendo el amor con una gigante, del tipo Brigitte Nilsen. Y allí estaba ella, con un porte majestuoso. Tenía una cabellera negra azabache, que en forma lisa resbalaba, adornando cuidadamente un hermoso rostro, muy blanco, en el que destacaban sus ojos muy oscuros, una nariz perfecta y unos labios carnosos y sensuales, pintados con un rojo suave que combinaba perfectamente. Calculé que debía tener unos 30 años. Era sin duda una bella mujer.
Mientras caminaba por el pasillo, hacia mi despacho, pude observarla por detrás. Caminaba con una cadencia... muy sensual, caramba, me dije, ¡el bocado que me tocó!
Nos sentamos en la sala de mi despacho, donde ella se instaló cómodamente en el amplio sofá dispuesto para las reuniones importantes de mi oficina. Allí pude contemplarla a mis anchas. Vestía un discreto traje dos piezas, con una falda negra que mostraba un gran corte lateral. Por ese bendito espacio pude apreciar medio muslo sensacional, que envuelto en unas satinadas medias de color oscuro, sugería prolongaciones extraordinarias. Yo no sabía que hacer... atolondradamente le ofrecí un refresco.
-Preferiría un trago refrescante... si es que tiene, ..., me dijo ella.
-¡Cclaro!- le respondí, tratando de disimular mi nerviosismo.
-Vuelvo en seguida. Me va a disculpar, pero a esta hora no tengo personal asistente, de manera que le serviré yo mismo.
Mientras preparaba una copa con el mejor trago refrescante que podía, mi mente trabajaba a cien. Me tomé en esos segundos un primer whisky con hielo. Y preparé uno doble para ella.
Antes de entrar a la sala, la encontré de pie observando una de las pinturas que tengo en la pared. Me detuve a mirarla con detención, seguro de que no me había visto. Era extraordinaria. Se había quitado la chaquetilla, quedando con una especie de sweater blanco de lana delgada, de cuello subido, muy apretado al cuerpo y que le moldeaba su figura a la perfección. Veía su perfil por primera vez. Sus pechos guardaban proporciones con su estatura, y en la estrechez de la prenda se advertían muy firmes. Hasta me pareció adivinar los pezones erguidos bajo el tejido. Y su cola, ¡qué cola! Parecía hecha con la mano de un artesano. Se notaba de una redondez incitante.
-¡ejem!, aquí está su trago, dama... le dije, mientras avanzaba pasándole una copa.
-Por favor, abogado, llámeme Katiuska- me dijo entrecerrando sus bellos ojos en forma deliciosa.
-Ok, Katiuska, yo seré Camilo entonces- contesté ya asumiendo un mejor dominio de la conversación. Mal que mal estábamos en mis dominios, me dije. Bueno, y el trago colaboraba también.
Se sentó en el sofá, dispuesta a disfrutar su trago, esta vez en forma mas descuidada que antes. Me senté a su lado, y brindamos por el encuentro.
-Katty, le dije ya totalmente en confianza... y no ignorando las recomendaciones de que a las mujeres bellas, frecuentemente abordadas, la única forma de atraer su atención es ser original e inteligentemente audaz, agregué:
-me intriga la forma en que ese sweater tan ajustado contiene una carga tan precioso….
Rió alegremente.
-en realidad, Camilo, no hallo la hora de liberarme un poco. Y uniendo la acción a las palabras, hizo el ademán de entreabrir el cuello de su sweater, como permitiendo que entrara aire a su hermoso cuello y agitando su cabellera, en un grácil y coqueto gesto. Sus pechos se balancearon suavemente.
(Continuará...)

2 comentarios:

Erotismo dijo...

hacia tiempo que no pasaba por aqui... me queda muuucho por leer!

Anónimo dijo...

sigo esperando el capiulo dos no tardes cariño